La Unión Cívica Radical bonaerense atraviesa uno de sus momentos más delicados de los últimos años. A pesar de mantener presencia en la Legislatura provincial con 15 bancas, el panorama electoral de 2025 abre un escenario de fuerte retroceso: en diciembre se renovarán 10 bancas, y las proyecciones más optimistas hablan de apenas 2 o 3 retenciones.

Si esos pronósticos se confirman, la UCR quedaría reducida a solo 5 bancas en la Legislatura bonaerense, un número que marcaría su peor desempeño en décadas. El dato cobra mayor relevancia si se tiene en cuenta que la fuerza es, históricamente, uno de los partidos con mayor tradición territorial en la provincia de Buenos Aires.

El futuro inmediato dependerá de la capacidad de unificación interna. Las divisiones en los bloques radicales, sumadas a disputas de liderazgo que vienen de arrastre, amenazan con fragmentar aún más un espacio ya debilitado.

Sin lugar en Provincias Unidas

A la fragilidad parlamentaria se suma la exclusión de la alianza electoral Provincias Unidas, espacio impulsado por gobernadores con peso territorial que busca instalarse como tercera vía en las elecciones de octubre. La decisión dejó al radicalismo bonaerense aislado de un armado clave, lo que limita su proyección política y su poder de negociación frente a otras fuerzas.

El escenario abre preguntas sobre la estrategia del radicalismo en la provincia más populosa del país. Sin una coalición fuerte y con expectativas de representación reducidas, la UCR bonaerense enfrenta el desafío de redefinir su rol político: recuperar cohesión interna o resignarse a un papel marginal en la Legislatura y en la disputa electoral nacional.

Por Mariángeles Zanazzi