En una noche silenciosa y llena de tristeza, un operativo extraordinario se desplegó para honrar la memoria de David Isaías Foti, un joven de 23 años que partió demasiado pronto tras un trágico siniestro vial. La noticia de su fallecimiento, tras permanecer en grave estado desde junio, conmocionó a toda su familia y a la comunidad. Sin embargo, en medio de ese profundo dolor, surgió una luz de esperanza: la decisión de donar sus órganos.

La familia de David, enfrentando el inmenso sufrimiento de su pérdida, tomó una decisión que trasciende el dolor personal y se convierte en un acto de amor desinteresado. La ablación de sus órganos permitió que otros puedan seguir viviendo, que otros puedan tener una segunda oportunidad. La solidaridad y la generosidad de quienes donan en momentos de tanta tristeza son un recordatorio de la capacidad humana para transformar el dolor en esperanza.

El operativo, coordinado con precisión y dedicación por el INCUCAI y el personal sanitario, movilizó aviones sanitarios, ambulancias y un equipo de profesionales comprometidos. En menos de siete horas, un hígado fue trasladado desde Saladillo a La Plata para salvar la vida de un paciente que aguardaba con esperanza. La rapidez y eficiencia de estos procedimientos reflejan el compromiso de un sistema que trabaja incansablemente para que la donación de órganos sea un acto de amor que cruza fronteras y vidas.

Es en estos momentos de profunda tristeza donde emerge la verdadera grandeza del ser humano: la capacidad de dar, de salvar, de agradecer. La historia de David y la labor de los profesionales que hicieron posible este operativo nos recuerdan que, incluso en el dolor más profundo, hay una semilla de esperanza. La donación de órganos no solo salva vidas, sino que también honra la memoria de quienes partieron y deja un legado imborrable de generosidad y amor.

A todos los que participan en estos actos, a las familias que deciden donar en medio del duelo, y a quienes reciben una segunda oportunidad, les expresamos nuestro más profundo agradecimiento. Porque en cada donación hay una historia de amor que trasciende la pérdida y nos invita a valorar cada instante, cada vida, cada acto de solidaridad.