Una comisión formada por los diputados de Buenos Aires (Esteban Agustín Gascón), Teodoro  Sánchez de Bustamante (Jujuy) y José Mariano Serrano (Chuquisaca), redactaron una "Nota" de las materias de primera atención para las discusiones y deliberaciones del Soberano Congreso. Este documento consistía en un plan de trabajo que demostraba buen conocimiento de las necesidades de nuestra patria.

El tercer punto decía: "Discusiones sobre la declaración solemne son de nuestra independencia política".

Mientras San Martín estimulaba a los congresales con sus animosas cartas: "¡Hasta cuándo esperamos para declarar nuestra independencia! ¿No le parece a Usted una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener pabellón y escarapela nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree que dependemos?, ¿Qué nos falta más que decirlo?...

Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos, ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas..."

Todas las provincias estaban pendientes de  la decisión del Congreso. 

El 9 de Julio de 1816 se dio lectura a la nota preparada por la Comisión; aprobado el plan, el presidente del Congreso, Francisco Narciso Laprida, con total acuerdo, puso a consideración   el tercer punto, sobre la libertad e independencia del país.

No hubo discusión ni hubo votación, porque un apasionante elogio dijo que sí a la propuesta  leída por el secretario Juan José Paso. Todos de pie, entre entusiasmo y aplausos, dijeron que   SÍ, que querían que "las provincias Unidas fuesen una Nación libre e independiente de los Reyes de España y su metrópoli".

Cuando los ánimos se aplacaron, cada diputado confirmó en forma individual su voto y seguidamente se escribió el Acta que contiene la Declaración de la Independencia. 

La patria de los criollos era ahora una Nación, y esa nueva Nación era, finalmente, su propia patria, nuestra patria.

Profesora Teresa de los Angeles Turrión