29 de septiembre de 2025

Nacionales 29/09/2025

Argentina, donde queda mucho mes al final del sueldo

Radiografía de la crisis, derrumbe del salario y angustia en la calle

Ocho de cada 10 trabajadores no llegan a fin de mes con su salario y el 26% puede cubrir sus gastos durante apenas dos semanas. Luego empieza la carrera hasta volver a cobrar. Trabajadores formales e informales, jubilados y comerciantes relatan cómo surfean la interminable ola de una crisis que no encuentra fondo para millones de familias. Sin lugar para el optimismo, repiten: "A fin de mes se llega mal", y "el sueldo no dura nada"."¿Gustitos? No, ¿qué gustitos? Me tuve que ajustar en todo. A fin de mes se llega como se puede", dice Verónica Acuña Moyano, una jubilada de 64 años. Ya dejó de comprar café y su dieta apenas incluye té, lentejas, huevos, leche, zanahoria y calabaza. "Carne solo para los perros", dice mientras sostiene la correa de Vainilla, que la espera para seguir el paseo por la avenida Belgrano, en el barrio porteño de Balvanera. La jubilación le dura apenas diez días. "Se llega mal a fin de mes", repite con resignación ante Página|12.

Como Acuña Moyano, millones de argentinos corren día a día para pagar las cuentas: una vez que terminan de hacer frente a servicios, alquiler, deudas -el 90 % de los hogares está endeudado con tarjetas de crédito, billeteras virtuales y otras entidades financieras- y comida, empieza la larga temporada de fin de mes, aunque con una particularidad: todavía quedan dos o tres semanas por delante hasta volver a cobrar. 

Así, a una mayoría silenciosa le queda mucho mes al final del sueldo.

 

El 86% de los trabajadores argentinos asegura que su salario no permite cubrir las necesidades básicas, según se desprende de un reciente relevamiento de la plataforma Bumeran, que realizó un estudio a nivel regional entre asalariados de la región. En Argentina fueron consultadas 1.854 personas y los resultados son demoledores: apenas un 11% puede sostener su economía todo el mes con su sueldo y sólo un 11 % puede ahorrar. Además, el 24 % lo destina entero a pagar deudas.

Al 26 % de los trabajadores el sueldo le alcanza para dos semanas.

Un 16 % logra cubrir tres semanas.

Para el 10 %, fin de mes comienza una semana después de cobrar.

"Me tuve que ajustar en todo"

Acuña Moyano debe complementar sus ingresos con un trabajo independiente como psicopedagoga. "El ajuste fue sólo para los que más necesitan. No veo ninguna empatía, me parece atroz", afirma. Está endeudada, como buena parte de los argentinos. "Tuve gastos y me endeudé con las tarjetas, que son usurarias, y saqué préstamos para pagarlas. Estoy re embargada", lamenta.

"El sueldo no dura nada. Cobro la jubilación el 26 y fin de mes es el 4. Si no fuera porque trabajo como psicopedagoga no tendría para subsistir, me tuve que ajustar en todo: mi comida son lentejas, huevo, leche, zanahoria y calabaza. Carne sólo para los perros, les saqué el alimento que les compraba porque era carísimo", describe.

La mujer trabaja desde los 17 años y esperaba, a esta altura de su vida, un pasar mejor, "trabajando por gusto". Hoy no tiene ni un gramo de esperanza en que la situación mejore: "No estoy amargada, pero económicamente se hace difícil. A la clase dominante no le interesa que el país salga adelante". "No sé qué más puedo ajustar, ya cambié el café por el té. Mi único lujo es tener prepaga", lamenta.

"Cobro y pago deudas"

Marcelo H. tiene 33 años, vive en Flores y trabaja 12 horas por día como empleado de seguridad en un edificio del centro porteño. Como es propietario, en los últimos años pudo ahorrar, aunque su estrategia de plazos fijos, que en una época le permitía complementar su salario, hoy apenas le representa un 10 % de su sueldo. "Cobro y pago algunas deudas, lo que se puede", dice a Página|12.

Relata que su economía "empeoró en los últimos dos años" y que le preocupa no poder seguir ahorrando. Dejó de salir tan seguido y abandonó el delivery. En cambio, cocina y nunca come afuera. "Es una estrategia para llegar a fin de mes", afirma.

Igual que Marcelo, miles de argentinos también renunciaron a las salidas a comer afuera: una encuesta de la consultora Kantar Insights reveló que el 76 % de los argentinos había dejado de lado ese hábito por los elevados costos, mientras que en julio la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés reportó una caída de entre 20 y 40 % para un sector que se desangra con cierres y despidos, incluso en establecimientos reconocidos por la guía Michelin.

La economía es una L

Con la mayoría de los argentinos sin llegar a fin de mes, el consumo masivo no ha hecho más que caer en los últimos meses. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), en julio las ventas en supermercados cayeron un 2,1 % mensual, la contracción más fuerte en un año y medio, luego del derrumbe del 10 % registrado en diciembre de 2023, tras la megadevaluación que aplicó Javier Milei días después de asumir la Presidencia.

Además, en agosto la actividad industrial registró un estancamiento, según la Unión Industrial Argentina, que ya había reportado una fuerte caída en julio. Ese mes, la capacidad instalada volvió a retraerse y se ubicó en un 58,2 %, inferior al mismo mes de 2024, cuando era de 59,5, según el INDEC. Aunque para la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra) la caída es mayor y la capacidad del sector está en niveles similares a los de marzo-junio de 2020, cuando el país estaba casi parado por la pandemia de covid.

Así las cosas, no hay economía que aguante. "Hay que pasar el invierno", decía varias décadas atrás Álvaro Alsogaray, aunque ahora nadie se atreva a pronosticar cuánto más se prolongará ni qué devastadores efectos dejará a su paso.

 

"El consumo masivo viene de varios meses de caída, pero empezando a amesetarse en un piso bastante bajo", dice a Página|12 el economista Federico Zirulnik, del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz. En lo inmediato, "no parece que los ingresos tengan lugar para recuperarse significativamente".

Las elecciones de octubre aparecen como un mojón al que llegar, aunque el escenario posterior presenta una guía interminable de interrogantes para el bolsillo, con la palabra "devaluación" ganando terreno. "Un salto cambiario grande podría hacer que incluso vuelvan a caer los ingresos", advierte Zirulnik.

Pero eso es para quienes aún tienen la fortuna de conservar el empleo.

Según un relevamiento del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) que conduce Hernán Letcher, el mercado de trabajo formal se derrumbó de manera sostenida desde la segunda vuelta de 2023 hasta junio pasado y la cantidad de asalariados registrados cayó 2,4 %, unos 236.139 trabajadores menos; mientras que la cantidad de empleadores también se desplomó: hay unas 16.322 empresas menos.

"Hoy hay destrucción del empleo registrado público y privado que es compensado por el empleo informal o cuentapropismo. Pero si el modelo se profundiza, como es esperable, en algún momento empezará a crecer el desempleo, con su correlato en el nivel de actividad y consumo", agrega Zirulnik. La recuperación que Milei y compañía proyectaban como una V se transformó en una L.

Hay una lágrima en el mostrador

Si en los supermercados la situación despierta alarmas y la actividad no se mueve ni siquiera con el shock de promociones permanentes, del 2x1 al 3x2, los jugosos descuentos pagando con una billetera virtual un día de la semana o con tarjetas específicas, en los almacenes el panorama es aún más desolador.

Fernando "Chiche" Savore conoce bien la situación. En su almacén de Villa Sarmiento, Morón, se repiten dos frases: "Aguánteme tres días" y "anóteme y se lo pago en unos días". "Fin de mes es la última semana", dice a Página|12 el comerciante, vicepresidente de la Confederación General Almacenera Nacional.

 

Además, es cada vez más frecuente que sus clientes paguen con tarjeta de crédito. "Son compras de 12 mil pesos, eso muestra que ya no tienen dinero", razona. "La economía de las familias está muy afectada. Cuesta mucho pagar los servicios, el transporte. Y eso afecta mucho el consumo, los sueldos no crecen igual que los aumentos. Y nosotros somos un espejo de nuestros clientes. Si los trabajadores se debilitan económicamente, nuestros negocios lo sufren", explica.

"Por un lado hay aumentos, pero yo necesito vender, porque sino no puedo juntar la plata para cumplir mis obligaciones. Entonces reducimos los márgenes o, si una empresa manda listas con 9 % de aumentos, aplicamos un 4,5 y compartimos la suba con la gente. Pero eso debilita nuestra rentabilidad", lamenta el comerciante. Y calcula a ojo: "Se necesita un 30 % más de ventas para tener el local nivelado".

La tarjeta, un refugio peligroso

"Es difícil llegar a fin de mes. ¿Cómo llego? La pregunta se repite gran parte del mes", dice a Página|12 Fernando Bertero, propietario de una relojería a metros del Congreso. "Pago las cuentas y gastos fijos y quedo a fin de mes", describe mientras abre su local. "Tengo gastos fijos y después puedo llegar hasta el 10, 12, el 20 como mucho", cuenta.

"Uso la tarjeta, también billeteras virtuales. Pero tarjetear es pan para hoy, hambre para mañana", dice.

 

No es una excepción: la morosidad en el pago de las tarjetas creció fuerte el último año, subió durante los últimos nueve meses de forma sostenida y alcanzó su pico más alto, según datos del Banco Central, que indicaron que el ratio de irregularidad en los créditos familias creció al 5,7 %, el valor más alto desde 2010, cuando comenzó la medición. Además, pagar el mínimo de la tarjeta es prohibitivo, con tasas de interés que superan el 100 %.

Fin de mes es todos los días

Los informales sufren como pocos. En Argentina, representan al 36 % de los asalariados, aunque si se suma a los independientes el porcentaje trepa al 42 %. Se trata de una masa heterogénea de alrededor de 9 millones de personas que pueden incluir al propietario de una pequeña pyme, un emprendedor que vende por ropa por redes, un psicólogo, un chofer de Uber o un vendedor ambulante.

Para Maximiliano Bustamante, fin de mes es todos los días: este vendedor ambulante de 53 años se pasa largas horas al día sentado con una pequeña mesa donde apoya los juegos de dibujos para niños que ofrece por cinco mil pesos. "Ando por todos lados, voy rotando por la ciudad", relata. Un día bueno, puede vender entre 10 y 12. "Como está la situación, todo sirve, cinco, seis, ocho. No se puede pedir más porque la situación está complicada.

 

"A fin de mes no se llega. Salgo todos los días y vivo el día a día. Vendo y en función de eso compro para comer y junto para el alquiler. Sobrevivo y nada más. Trabajo de esto hace mucho, pero en una época era redituable, se ganaba en la calle. Ahora está todo parado. Y si quisiera buscar algo distinto a mi edad se complica, nadie me da laburo", dice. 

Fuente: Página12

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