Hoy se cumplen 46 años desde aquella trágica madrugada en la que te "arrancaron" de la vida, dejando sola a tu esposa Laura, embarazada.

Meses después, nació tu hija Mariela.

Desde esos momentos recordamos ese rostro que nunca envejeció, esa sonrisa de diciembre de 1975 cuando ya dejabas tus 20 años. Era una fiesta ese día, la de tu casamiento, próximo a comenzar lo que en ese momento era el servicio militar obligatorio.

Y después ese terrible 12 de agosto de 1976.

Valen nuestro recuerdo y nuestra memoria en este tiempo de tanto negacionismo y tanto odio acumulado.

Hay quienes hablan de una "guerra" que nunca fue y de la que nunca participaste.

Hay quienes hablan de números como si esos números 1 o 30 mil fueran sólo eso: números.

Y son vidas de seres humanos que ya no están ni estarán jamás.

Lamentablemente, son muchos y muchas los y las incapaces de elaborar siquiera un pensamiento sobre la significación de asesinatos y crímenes. Sobre la situación planteada cuando el Estado se convirtió en terrorista para utilizar similares métodos que los grupos armados. Eso fue lo que el Estado juzgó luego.

Porque en aquellos tiempos, la violencia y la muerte eran, también, parte del "paisaje" diario.

Es muy larga la historia y seguimos sin odio, tratando de que la justicia, a la que perseguimos durante tantos años cumpliera con el rol que la democracia le otorga como uno de los poderes del Estado.

En nuestro caso llegó. Tarde pero llegó y fue el único alivio en tantos años.

Hoy, tu hija Mariela tiene 45 años y escribió, junto a Laura y a Ana María esas hermosas palabras que acompañan a tu imagen.

"Recordamos la bella persona que fuiste, tu alegría y tus ganas de vivir".

Laura, Ana María y Alberto García

Y desde donde estén con vos, Wenceslao y María Soledad.