Provinciales 12/08/2024
Por Lis Solé
A partir de los años 1850 y en las últimas décadas del siglo XIX, los pioneros audaces se animaban a vivir en el campo con temor de los malones pero también debían estar armados y precavidos de las constantes fechorías de los bandoleros rurales.
Ninguna película norteamericana puede -y sin embargo es necesario recurrir a ellas para intentar imaginar el vivir en una campaña a fines del 1800-, describir el vivir en esa constante zozobra que justificaron las ventanas enrejadas, miradores inaccesibles o sótanos ocultos.
De estos bandidos rurales hay algunos que se hicieron conocidos como Juan Moreira y Guillermo Hoyo (que pasaría la posteridad como el célebre gaucho "Hormiga Negra"), el feroz Manuel Pacheco apresado en Chivilcoy y otros, instruidos, telegrafistas pero de armas llevar como Alfredo Barreria, un gaucho joven y pendenciero y el conocido alvearense Martín Amestoy que no necesitaba referencias porque según él mismo decía: "Con el nombre basta".
Había ejemplos para todos los gustos y sus andanzas engrosan los archivos de la Policía y del Servicio Penitenciario provincial. Es más, algunos son famosos porque sus vidas han sido relatadas en la historia, la literatura, el teatro, el periodismo y los medios audiovisuales, en un contar algunas veces no muy objetivo de su vida y sus andanzas.
Los atropellos y actos delictivos de "Hormiga Negra", entre sangrientos entreveros de boliche y alcohol, cimentaron la fama de aquellos culpables o inocentes que habitaron la provincia de Buenos Aires, muchos de ellos laderos de algún político, hacedores del trabajo sucio y que, después, eran despedidos y perseguidos como forajidos. Los episodios están marcados con sangre y muerte y alrededor de ellos, se han creado historias -verdaderas o no-, donde el bandolero rural fuera de la ley fue la estrella.
REUNIONES DE PULPERÍAS ENTRE GUITARREADAS Y ALCOHOL
En la mayoría de los casos, los boliches y almacenes de campo eran el centro y escenario de reunión de toda esta gente. Dos grandes almacenes de pioneros alvearenses protagonizaron otras dos de estas historias documentadas.
Una fue en el almacén de José Rufino de Olaso, nombrado Marqués de Olaso, después dueño de la estancia "San Salvador del Valle". Olaso tenía almacén en Lobos, tropa de carretas y también almacén en Navarro, lugar donde Juan Moreira hiere de muerte al policía que fallece a unos pocos metros del negocio, en los escalones de la Parroquia y de ahí, Moreira huye a Lobos donde es perseguido y muerto por una partida de policía. De este hecho se escribieron libros de diferentes autores y opiniones, ensalzando o defendiendo a un gaucho matrero, malhechor y pendenciero pero también, víctima de la política y sus oscuridades, sus idas y venidas, el ser amigo o enemigo, el de estar en un lado o ser despreciado o calumniado, en el temido "soltar la mano" de aquel que ya no se necesita.
De ahí, a ser un forajido perseguido por la misma Ley que lo había cobijado, era un camino sin retorno.
Uno de estos hechos sucede en el almacén "El Indio", en el entonces pequeño pueblo de Veinticinco de Mayo, propiedad de Juan Francisco Ibarra Otaola, otro vasco dueño de "Santa Paula" en General Alvear y de "La Vizcaína" en Bolívar.
Ibarra llega a estas tierras por 1850 y está en 25 de Mayo cuando la invasión de Calfucurá y la intervención del cura Bibolini.
Su pulpería|almacén se encontraba enfrente de la plaza y hasta allí se acercaban los indios para intercambiar mercaderías y también, los productores porque estos grandes almacenes también oficiaban como Bancos que hasta pagaban los sueldos a los jornaleros en nombre del dueño de estancia.
"LA BANDA DE BERRINCHÍN" EN EL ALMACÉN "EL INDIO" DE JUAN FRANCISCO IBARRA
La banda de Berrinchín, que la historia la recuerda como una "gavilla de bandoleros", se hizo famosa por sus fechorías. Era capitaneada por el tal "Berrinchín", y realizaba atroces delitos. "Berrinchín" -en realidad Carlos González-, lleva un nombre muy difícil de rastrear por ser tan repetido y común en la región. Contaba entre ellos a los chilenos Juan Alderete, Manuel Alderete y a un tal Luna. La banda era temida en toda la zona: actuaron en Veinticinco de Mayo, Bragado, Chivilcoy, Nueve de Julio, Tandil y demás poblaciones del centro de la provincia de Buenos Aires.
Trabajando como peones en las estancias y casas de campo, la banda "había inspeccionado" cada una de ellas, y cuando les era necesario conseguir dinero, las asaltaban robando, matando e hiriendo despiadadamente a cualquiera que se les interpusiera en el camino. Conocían toda la zona y "Berrinchín" contrataba baqueanos que luego intentaba plegar a la banda. Sin piedad, cometían masacres a sangre fría y ultimaban hombres, mujeres y niños sin ningún miramiento.
Su apariencia bien distaba ya del criador, peón o hacendado, y buscar camorra era su constante hacer y más, si se tomaban algún trago de caña o unos cuantos vasos de vino; su nombre llamativo, era pronunciado con temor ya que parecía invocar sus ataques de furia descontrolada y sin razón, su proceder deshumanizado y feroz.
Si bien en la campaña hombres y mujeres eran rudos y hábiles en el uso de armas blancas y revólveres, nada tenía que hacer ante semejantes criminales sin alma. ¿Qué podía hacer un criador de ovejas, un ganadero, un peón de campo, esquiladores o cosechadores que quedar totalmente a merced de sus abusos y desmanes?
Nada puede contra la sinrazón descontrolada.
EL ASALTO AL CRIADOR DE OVEJAS TOMÁS MALDONADO
Cuenta la historia que un día, llegó el vecino Tomás Maldonado al almacén del vasco Ibarra, en 25 de Mayo. Maldonado era un criador de ovejas, un hombre fornido, de manos grandes y cara castigadas por el tiempo a la intemperie, el frío y el calor del campo, que venían de vender un lote importante de ovejas.
El almacén de Ibarra estaba situado frente a la plaza, donde actualmente se encuentra la Biblioteca "Juan Francisco Ibarra", un alto edificio con muchas puertas y ventanas en una esquina sin ochava.
Recibieron allí la importante suma de $17.000 m/n por la venta de los animales y como era época de verano, un hermano de Maldonado durmió en uno de los coches con tolda en el patio de la casa y Tomás, en las instalaciones del almacén. En la oscuridad, a eso de la medianoche, llega la banda de "Berrinchín", maniataron a los moradores, cometieron toda clase de atropellos y se alzaron con el dinero producto de la venta de las ovejas.
A la mañana siguiente, se arma un revuelo enorme al descubrir el atraco, pero la Banda se había escurrido en la noche y no quedaron rastros de ellos ante la impotencia de las autoridades policiales. El comisario Avendaño intenta encontrar rastros pero los indicios se pierden.
EL FIN DE LA BANDA DE "BERRINCHÍN"
Pero no mucho después llegó la revancha.
Fue un domingo en el boliche "La Paloma" camino a Bragado, en una carrera de caballos. Como en todas estas reuniones y a pesar de que los juegos de azar estaban prohibidos, la taba volaba de acá para allá entre la gritería generalizada, entusiasmada por las apuestas jugosas de un muchacho. Como sucedía en estas ocasiones, el juego terminó en una pelea generalizada con intervención de la policía y como el Alcalde desconfió de tanto dinero en juego, fue aprehendido también este muchacho.
En rueda de averiguación (pobre el hombre que cayera en una de ellas), el muchacho reconoció que tenía 5.000 pesos, -una fortuna para esa época-, y que pertenecía a la banda de Berrinchín. También confesó el nombre de todos sus componentes y la forma de "contrata" de "muchachos jóvenes para aleccionarlos en el delito" (González Rodríguez, 67).
De más está decir que con esta confesión y con las pesquisas que venía realizando el comisario Avendaño, la Policía capturó al "Bandolero Luna" y la banda quedó totalmente desbaratada.
Bandidos rurales. Un título que tuvo otras connotaciones en una canción de León Gieco, quizás idealizando a los vientos la figura de aquellos que se mueven por fuera de la Ley. Bandoleros rurales y de los otros, los de antes y los de ahora, difíciles de atrapar en tierras de nadie.
Bibliografía:
González, Rodríguez. Orígenes y crónica vecinal de 25 de Mayo. Talleres gráficos "La Verdad". 25 de Mayo. Provincia de Bs. As. 1940.
Paladino Giménez. El Gaucho. Paisanos entrerrianos. Foto de F. Rimathe. Alcalde de pueblo. Aprox.1890. Foto: F. Ayerza.
Agradezco a Gastón Piñero y Daniel Tordo por el aporte bibliográfico.
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