Querida Alicia:

Hoy, mi corazón está lleno de nostalgia y tristeza al despedir una figura tan querida y respetada en mi vida. Es difícil expresar con palabras el profundo cariño y gratitud que siento por haber tenido el privilegio de conocerte y trabajar juntas en educación.

A lo largo de los años, tu pasión por enseñar ha dejado una huella imborrable. Tu legado en la educación perdurará a través del tiempo y tu nombre siempre será sinónimo de excelencia y dedicación.

Más allá del ámbito profesional, tu presencia se extendió a nuestras vidas personales, y por eso, también eras muy querida por mi familia. Recuerdos llenos de risas, cenas compartidas, conversaciones profundas e ideales políticos se entrelazaron en nuestras vidas, creando vínculos que nunca se desvanecerán.

Si hay algo también digno de destacar es tu profunda fe religiosa y tu conexión con lo divino. Hoy, mientras lloro tu partida, imagino tu reencuentro con tu querida hermana Isabel y tu madre, a quien tanto extrañaste y nunca pudiste superar sus ausencias. Además pienso que el cielo está de fiesta al recibir a un alma llena de amor a Dios.

Debido a la distancia y a motivos personales que me impidieron viajar, me veo obligada a estar ausente físicamente. Sin embargo, quiero que sepas que mi corazón, mis pensamientos y mis oraciones y las de toda mi familia siempre van a estar contigo. 

Besos al cielo y descansa en paz, querida amiga.

Misuky y familia