Locales 16/09/2023
En el día del Almacenero
Despensa "La Constancia" de Scoltore Hermanos
Por Alejandro Mariotto (abogado, docente y escritor)
En Argentina se celebra, cada 16 de septiembre, el día del almacenero. Con motivo de esta fecha es bueno reflexionar sobre este noble comercio que acompañó y, en cierta medida, aún sigue acompañando a la familia argentina.
El almacén fue algo más que un comercio donde comprar los comestibles y demás enseres necesarios para la vida doméstica. El almacén fue el lugar de encuentro del barrio, el sitio donde íbamos a intercambiar ideas, afectos, problemas y soluciones a la vida diaria. El almacén marcó la identidad de los barrios. ¿Quién no se sintió identificado con el almacén de su esquina, de su cuadra, de su barrio? El almacén se caracterizó por ser un lugar adonde se disfrutaba ir, en donde se respiraba un olor especial, un olor a especias, aromas de embutidos, una serie de olores que confluían en un único y agradable olor que solo se podía apreciar en un viejo almacén.
El almacén y la "libreta" donde nos anotaban lo que llevábamos y pagaríamos a fin de mes, esa libreta basada en la confianza mutua, sin firmas, sin garantías, sin documentos de por medio.
El almacén donde recibíamos "la yapa", ¿se acuerdan de "la yapa", palabra quechua, que significa "añadir"? Esta vida moderna y automatizada nos quitó cosas tan saludables como la yapa. La yapa era un vínculo de agradecimiento por la fidelidad del cliente para con el comercio. El almacenero, en retribución a la fidelidad del cliente, entregaba en cada compra la yapa, esta consistía en unos gramos de más cuando despachaba productos sueltos que se vendían al peso; en unas galletitas o unos caramelos, en una verdurita, etc. Hoy las balanzas son electrónicas y se cobra hasta el último gramo ya que la misma balanza calcula el precio justo, antes las balanzas eran de aguja y, si bien pesaban exacto, el almacenero -de yapa- ponía algunos gramos de más y nos decía: "esto va de yapa". Recuerdo, y nunca lo voy a olvidar, cuando iba a comprar galletitas sueltas al almacén de mi barrio -la Despensa "La Constancia" de Scoltore hermanos, que estaba en la esquina de mi casa y era atendida por Juan y José Scoltore. Les pedía cuarto kilo de galletitas sueltas y Don José abría la lata (con vidrio redondo por donde se podían ver las galletitas bien ordenaditas), colocaba un paquete de papel madera sobre la balanza y con una pinza agarraba las galletitas y las iba colocando en el paquete, cuando llegaba al peso indicado Don José agregaba algunas galletitas más y me decía: "estas van de yapa". Volvía a mi casa contento, llevando las galletitas frescas y sabrosas sacadas de las latas de chapa con vidrio redondo, y despachadas en un envase de papel (biodegradable) y, por supuesto, con yapa. ¿Quedará alguna despensa, algún almacén de barrio donde aún se practique esa sana costumbre de "la yapa"?
La Despensa "La Constancia", Mercado y Fiambrería de Scoltore hermanos, tal cual rezaba la leyenda que ocupaba la ochava del edificio, funcionó durante más de cuarenta años en la esquina de San Martín y Taborda. La firma Scoltore hermanos, compuesta por José, Juan y Florencio, adquirió el inmueble a Miguel Quinterno, en octubre del año 1958. El 2 de enero de 1959 inauguraron la sucursal de "La Constancia". La casa matriz funcionaba, desde 1955, en la calle San Luis 687 (actual Almafuerte 3377). La primera clienta con libreta fue la señorita Albina López, quien vivía a media cuadra en San Martín 745 (actual 3455). Ella siempre contaba, con orgullo, que ni bien abrieron fue la primera en entrar a comprar.
A partir de 1961 la familia de José y su esposa, la Sra. Emilia Juana Burgos, habitaron la casa de la esquina con acceso por la avenida San Martín.
Originalmente el salón con entrada por la esquina era más pequeño. Las tres ventanas de la calle Doctor Taborda eran de un living y dos dormitorios. El primer dormitorio daba por la parte de atrás a un patio abierto que a la vez comunicaba con la cocina. Al final de la vivienda se encontraba el baño. El resto era un amplio terreno que lindaba con el taller del molino harinero.
Posteriormente se construyeron dos locales, la casa y un garaje. En 1967 José y su familia se mudaron a la casa nueva contigua sobre la calle Doctor Taborda.
Los tres hermanos atendían el comercio que no cerraba nunca de vacaciones, la única vez que estuvo algunos días cerrado fue cuando los tres se contagiaron de paperas. En 1980 Florencio se hizo cargo de la Despensa de calle Almafuerte, la cual atendió hasta su muerte ocurrida en 1999. La esquina de San Martín y Doctor Taborda quedó, hasta su cierre definitivo, a cargo de Juan y José. Miles de historias guardan estas paredes que estuvieron cubiertas de estanterías de madera pobladas de latas de galletitas, ollas, palanganas, baldes, paquetes de yerba, frascos de mayonesa y de mostaza, botellas de aceite, vino y gaseosas, entre tantas otras mercaderías que se comercializaban, muchas veces con el sistema de libreta o "fiado". También se podían comprar artículos de limpieza, bazar, electricidad, perfumería, juguetes, mercería, querosén, calzados, estufas, calentadores, sillas, golosinas y cigarrillos.
Todos los días, a la tardecita, se juntaban sobre el mostrador vecinos y amigos ("Pochocha" Cantelli, Albina López, el "fierrero" Ismael López, José Hernáez y Manuel Marconi, entre otros) para hacer sociales y dialogar sobre temas de la actualidad. López, más de una vez le pidió, a los hermanos Scoltore que habiliten un despacho de bebidas para amenizar las charlas. Paradojas del destino hoy funciona un Bar en este sitio. Juan y José siguieron atendiendo el almacén hasta entrado el siglo XXI. Fue en 2003 que, ya ancianos y cansados de tantos años de trabajo ininterrumpido, decidieron poner fin a su actividad comercial y cerraron la Despensa. José falleció en 2005 y Juan en 2007. Son recordados con mucho cariño por los vecinos del barrio.
En 2004 la esquina fue alquilada por el Centro Vasco Itxaropen para su sede social, la cual permaneció algunos años. Luego hubo otros comercios, un local partidario y finalmente, el 13 de marzo de 2020 abrió sus puertas el Resto Bar "El 40".
*Se agradece la colaboración de Andrés Scoltore (hijo de José Scoltore), quien aportó datos imprescindibles para la elaboración de esta nota.
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