7 de octubre de 2024

Nacionales 27/09/2024

El infierno de Stella: su marido la esclavizó durante 20 años y la obligó a convivir con su nueva pareja e hijos como sirvienta

Actualmente, Fernando Jesús Agüero está preso en Villa Dolores, Córdoba

Conoció a Fernando Jesús Agüero cuando tenía 22 años por amigos en común. En aquel tiempo ella trabajaba limpiando casas por hora en Córdoba Capital y estaba por arrancar un curso acelerado para terminar el secundario. Su sueño siempre había sido formar una familia, y la aparición de ese joven le hizo creer que había conocido al amor de su vida.

La relación avanzó muy rápido y antes de cumplir el primer año juntos, ella quedó embarazada. Ilusionada por su bienestar, aceptó mudarse a San José, cien kilómetros al oeste de la capital de la provincia, ya que a Fernando le habían ofrecido un trabajo de jornalero en esa región del Valle de Traslasierra. Ese fue el principio del fin del Stella (quien prefiere en esta nota no incluir su apellido). Aislada de su familia y dependiendo económicamente de él, empezó a sentirse acorralada.

Al principio fueron pequeñas prohibiciones, sutiles restricciones que ella justificó como muestras de interés. Pero después todo empeoró y él sacó a relucir el verdadero monstruo que se escondía detrás de su violenta personalidad. Fueron 20 años de tortura física y psicológica. Agüero la mantuvo prácticamente como una esclava y hasta la obligó a serviles a su nueva mujer y a sus hijos, a quienes llevó a vivir a la casa de Stella.

"No mires a otros hombres. No hables con nadie", le decía. Después vino el primer golpe, un sopapo que retumbó no solo en su rostro sino en su alma, como una advertencia de lo que estaba por venir. A eso, le siguió un control asfixiante. Ella asistía a diario a la iglesia católica que quedaba frente a su domicilio, pero Agüero también le arrebató eso. La acusaba de mirar a otros hombres y la castigaba por cada mirada o palabra fuera de lugar.

Los días se convirtieron en una sucesión de prohibiciones, humillaciones y agresiones. Agüero también decidía cuál era el menú del día y cómo debía cocinar. Y si el resultado no le gustaba, tomaba represalias. "Me tiraba la comida en la cara y me golpeaba", relató.

Stella tampoco podía dormir tranquila porque él le alteraba el sueño, muchas veces obligándola a dormir sentada. Y los golpes no se quedaban en lo superficial. Le pegaba siempre en un idéntico lugar, en la misma pierna, como quien insiste en un punto débil con la intención de destruirlo. "Te voy a dejar renga", le decía, mientras ella trataba de aguantar el dolor en silencio.

Stella recordó que fueron varias las noches en que él la obligaba a estar desnuda en el patio. No importaba el frío, la lluvia o el calor. Él la dejaba allí, arrojándole baldes de agua. Una escena humillante que repetía como si fuese un ritual sádico. Y ella soportaba. Aguantaba por sus hijos, por miedo, por esa idea falsa de que, tal vez, algo cambiaría.

"Prefería no opinar. Trataba de protegerme quedándome callada. No quería enfrentarme a él y que me pegara. Él siempre fue muy machista, al igual que toda su familia. Para ellos, el hombre trabaja y la mujer se encarga de la casa y los niños. Eso era lo que tenía que hacer", admitió con resignación.

Los años pasaban, la violencia escalaba y la casa de Stella se transformó en una prisión de la que no podía escapar. Agüero se convirtió en el dueño absoluto de su vida. Controlaba el dinero y reafirmaba su poder, negándole cualquier recurso que pudiera darle independencia.

"Agüero era quien cobraba y administraba mi pensión por invalidez. Él tenía mi tarjeta de débito para ir a sacar la plata del cajero todos lo meses", recordó Stella, quien tiene problemas de visión. "Solo me daba plata para comprar el pan, la carne y el caldo. Calculaba para que no me quedara vuelto. Así que nunca pude ahorrar lo suficiente como para comprar un pasaje de colectivo y volver a Córdoba Capital", ejemplificó sobre el calvario que tuvo que atravesar junto a sus dos hijos.

Lo peor de todo es que el control no solo era económico. Agüero la amenazaba con un revólver. Y no solo a ella. Los hijos también fueron víctimas de su violencia. No dejaba que nadie entrara en la casa ni que ellos tuvieran vida social. Era un régimen de terror instaurado en el propio hogar. Y entonces llegó el momento más degradante de todos.

Agüero llevó a su otra familia a vivir con ellos. A su nueva mujer y a los cuatro hijos que había tenido con ella. Stella fue coaccionada de manera tal que debía servirles a todos. Su marido la transformó en una esclava moderna, obligada a cocinarles, a atenderlos, a ser testigo de cómo su vida se convertía en una farsa cruel. "A ella también le hacía lo mismo. Le pegaba y la tiraba el suelo. Pero su situación era distinta porque ella tenía familia en Villa Dolores y pudo pedir ayuda. En cambio, yo estaba sola", se lamentó.

El condenado Fernando Jesús Agüero durante el juicio (Justicia de Córdoba)

El condenado Fernando Jesús Agüero durante el juicio (Justicia de Córdoba)

Finalmente, llegó el día en que Stella decidió poner fin a esa vida miserable. Fue su hijo, que se marchó de la casa por miedo al padre, el que le dio el coraje que necesitaba. El 22 de mayo de 2018, día de la celebración de la Virgen de San Rita en el pueblo de Villa Dolores, fue una fecha clave.

"Mi hijo me pidió permiso para ir a esa fiesta con los amigos y no volvió. Agüero me hizo ir a buscarlo por todos lados, a golpearle la puerta a los vecinos para saber si lo habían visto, e incluso me hizo ir a la comisaria para hacer la denuncia de su desaparición", recordó Stella.

En ese ínterin, él la castigó por haberle permitido a Joaquín salir de su casa. El policía que la atendió, por su parte, advirtió que la mujer estaba golpeada y que algo no andaba bien. Pero ella se mostró hermética y respondió con evasivas. Temía que su esposo se desquitara aún más con ella al llegar a su casa.

A mediados de septiembre de 2019, su ex fue condenado a 14 años de prisión por violencia de género. Su testimonio fue clave para lograr un fallo ejemplar

A mediados de septiembre de 2019, su ex fue condenado a 14 años de prisión por violencia de género. Su testimonio fue clave para lograr un fallo ejemplar

"El 23 de mayo, al mediodía, después de que Agüero casi me mata a palos toda la noche, la policía nos tocó timbre para decirnos que Joaquín había aparecido y que estaba en la comisaría", recordó. Lo que más le llamó la atención a Stella fue la frase que le lanzó el agente: "Necesito que venga usted sola a la comisaría".

Ella, para evitar problemas con Agüero, rechazó ir en el patrullero y fue en bicicleta. "Cuando entré, lo vi a mi hijo llorando en un rincón, rodeado de policías", detalló. En ese mismo instante, se le acercó el comisario Jorge Romero y le dijo: "Mire cómo está el chico. ¿Me puede decir qué es lo que está pasando? El chico me contó todo lo que están viviendo en su casa y necesito saber si es cierto", la acorraló para que hiciera la denuncia. "¿Quiere seguir viviendo así? Ahora tiene la oportunidad de denunciarlo y terminar con esa vida de sufrimiento", le dijo Romero a la mujer mientras ella lo escuchaba con atención.

Tras consultar esa difícil decisión con Cintia, su primogénita, Stella presentó la denuncia y se fue a vivir con sus hijos a la casa de una conocida. Recién pudo volver a su domicilio cuando Agüero fue detenido.

El juicio fue un proceso doloroso y lleno de amenazas por parte de la familia de Agüero, pero ella no se echó atrás. Su testimonio fue contundente, donde describió al menos 30 hechos de violencia transcurridos en las últimas dos décadas.

A mediados de septiembre de 2019, hace cinco años, la Cámara del Crimen de Villa Dolores encontró culpable a Agüero de los delitos de tortura física y psicológica a su esposa. Se trata de un caso de violencia de género casi sin precedente debido a que la mujer también fue esclavizada y sometida a realizar actos serviles. Según la condena, Agüero fue responsable también de "reducción a la servidumbre". La sentencia fue confirmada por el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba en 2021 y el agresor continúa detenido.

A pesar de que Agüero le mandó una carta a Stella desde la cárcel pidiéndole perdón, ella decidió dar vuelta la página y empezar a vivir de nuevo. "Mis hijos también volvieron a respirar y están bien", comentó. "Cintia está por recibirse de abogada y vive en Córdoba Capital. En cambio, Joaquín sigue en Villa Dolores conmigo y planta menta en el campo", señaló.

A punto de cumplir 50 años, Stella pudo lograr la tranquilidad y la estabilidad que tanto anhelaba. Volvió a trabajar en casas de familia por hora y disfruta de su nieto de cinco años, que Agüero nunca conoció. "El pequeño fue quien nos trajo la bendición. Fue el responsable del cambio de nuestras vidas. Nos hizo renacer", aseguró. "Porque si hubiera sido por Agüero ni siquiera le hubiese permitido a mi hija seguir adelante con ese embarazo", concluyó convencida de que el nacimiento de su nieto fue la señal que necesitaba para cambiar su destino.

Fuente: AlvearYa

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