El peluquero Valor atiende en su local de la calle Hipólito Yrigoyen casi avenida Moreno y más allá de su habilidad con la tijera y las maquinitas ha descubierto algo que bien podría llamarse "curioso" y está vinculado a los horneros que, comúnmente, construyen su nido en pareja, con barro sobre postes de la luz, casas o árboles. Además de barro, emplean algunas plantas, paja, ramitas finas y estiércol de otros animales.

Lo que se ha descubierto ahora, gracias a "Valor", es que también utilizan cabello. 

Tras varios cortes se acumula el cabello de los clientes en su peluquería. Cuando se barre, Valor abre la puerta y le entrega un manojo de cabellos a uno o dos horneros que llegan rápidamente, lo recogen con sus picos y se lo llevan a su nido.

La historia es extraña porque no hay registros de la utilización de cabellos pero sucede y el registro fotográfico lo muestra. 

Además, cuando va al campo, Valor alimenta a 500 chimangos pero esa es otra historia.