17 de septiembre de 2025

Nacionales 17/09/2025

El recuerdo de los pibes de la Noche de los Lápices en el Pozo de Banfield: "Sepan que los extraño y los reivindico"

Estuvo el sobreviviente Pablo Díaz

Pablo Díaz se abre paso entre la gente. "¿Dónde está?", pregunta. A lo lejos divisa una mujer de cabellos claros. Va hacia ella y la abraza. Es Claudia, hermana de María Clara Ciocchini, una de las chicas de La Noche de los Lápices. Ambos están parados frente a lo que supo ser el Pozo de Banfield, el último lugar donde fueron vistos con vida los estudiantes secundarios de La Plata secuestrados en septiembre de 1976. Él la guía hacia el interior del lugar, que hace tiempo funciona como un espacio de memoria. Al rato, ambos suben al escenario desde donde se desarrollará el acto por el 49º aniversario. "En este centro maldito desaparecieron compañeros, pero en este bendito centro los traemos con vida", asegura Díaz.

Las calles aledañas al que fue el Pozo de Banfield están cerradas. Los estudiantes secundarios se acomodan por las cuadras que dan hacia Larroque, que lleva hasta el Camino Negro. Muchos de ellos y ellas estuvieron estudiando qué había pasado en esa brigada de la policía bonaerense que funcionó como centro clandestino de detención desde tiempo antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. El Pozo de Banfield tuvo la peculiaridad de ser campo de concentración, base del Plan Cóndor y maternidad clandestina del llamado circuito (Ramón) Camps.

Hay carteles con las caras de los y las estudiantes desaparecidos/as. Se ven los rostros de María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Claudio de Acha, Daniel Racero, Horacio Ungaro y Francisco López Muntaner. Pablo Díaz es el único de los estudiantes llevados al Pozo de Banfield que sobrevivió.

Está inquieto en la mañana de sol en Banfield. En el escenario, se ríe con nervios y llora cuando los recuerda. Y les habla: "Sepan que los extraño, que en cada charla que doy los reivindico".

La conmemoración sirve para poner en valor que el lugar funcione como un sitio de memoria en tiempos especialmente difíciles -cuando el Gobierno nacional está ocupado por personajes más empáticos con los victimarios que con las víctimas. "Acá siempre trabajamos por la Memoria, la Verdad y la Justicia", subraya Eva Campero, referente del espacio.

Matías Moreno, subsecretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, cuenta que ya son más de 7000 personas las que hicieron la visita guiada al Pozo de Banfield y que, como parte de la reivindicación de los estudiantes secundarios, allí se puede terminar el colegio gracias al plan FINES y que hay cursos de capacitación laboral.

Federico Otermín, intendente de Lomas de Zamora, reivindica las banderas del movimiento de derechos humanos y traza el vínculo entre los pibes secuestrados y quienes salen a las calles para defender la educación pública. "Mañana (por el miércoles) vamos a ser muchos defendiendo la universidad pública", se entusiasma.

Para Horacio Pietragalla Corti, todavía está fresco el tiempo en el que la policía bonaerense manejaba el lugar. "Los pibes de estos barrios terminaban acá, verdugueados por las fuerzas", recuerda el exsecretario de Derechos Humanos. El año que viene se cumplirán 20 años desde que la policía fue desafectada gracias a las marchas que organizaban vecinos, sobrevivientes y familiares de los desaparecidos que participaban de la multisectorial Chau Pozo.

Semanas atrás, el presidente Javier Milei bajó a la provincia de Buenos Aires -más precisamente al partido de La Matanza- para impulsar la campaña electoral. Decidió hacerlo con una provocación: un cartel que decía "Kirchnerismo Nunca Más".

La resignificación de una frase fundante de la democracia argentina, utilizada esta vez para promover la exclusión del otro, estuvo presente en el acto. "Quisieron usar el Nunca Más en una contradicción democrática", denunció el ministro de Justicia bonaerense Juan Martín Mena.

Emocionado por la presencia de pibes y pibas, Mena contó que había visto un video de Pablo Díaz que contaba que María Claudia Falcone estaba fichada por su pensamiento crítico y su capacidad organizativa. "Ese fue el objetivo del genocidio: romper el pensamiento crítico y esa capacidad organizativa. Pero veo un mar de peligros", dijo mirando hacia donde se acomodaban los estudiantes con sus carteles y pancartas. "Parafraseando a Eduardo Galeano, veo un mar de fueguitos".

Allí, Pablo le hacía gestos a una chica que tenía su guardapolvo intervenido. En la espalda estaba pintado el rostro de María Clara Ciocchini. La chica subió, se fotografió con Claudia Ciocchini y ambas terminaron derramando algunas lágrimas.

Desde abajo, Daniel Santucho Navajas contemplaba la escena. Él hace poco más de dos años restituyó su identidad y pudo reencontrarse con su papá y sus hermanos. Así pudo saber que había nacido en ese Pozo de Banfield y que su mamá fue una de las embarazadas mencionadas por Pablo Díaz en su testimonio.

Todavía restaba la recorrida por el excentro clandestino. Y, para muchos, encarar el camino hacia La Plata. En la marcha se encontrarían con Emilce Moler, otra de las sobrevivientes, y con la militancia que sabe que el 16 de septiembre no es un día más.

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