2 de octubre de 2025

Internacionales 02/10/2025

"Finjo comer para que mis hijos tengan comida": el desgarrador testimonio de un padre de familia en Gaza

Así se vive y se sufre en la Franja

"Los ataques aéreos se han convertido en un evento diario desde el inicio de la ofensiva, ya no existe distinción entre zonas de combate y espacios supuestamente seguros para desplazados. Vemos la muerte a diario, los misiles caen como lluvia sobre casas y edificios". En medio de este caos, Ali Ibrahim Al-Athamna, de 30 años, decidió ponerse en contacto con Público porque quería agradecer a la sociedad española su solidaridad con Gaza. Durante varios días de conversación, que se vieron afectados por el corte de telecomunicaciones en la Franja, Ali nos contó el sufrimiento que viven día a día todos los gazatíes que como él están atrapados en una pesadilla sin salida en Gaza: "Me siento dentro de una película bélica o de terror de Hollywood, pero aquí el sufrimiento no es ficción".

Antes de que comenzara el genocidio, su vida en Jan Yunis era tranquila, trabajaba como ingeniero electrónico especializado en automóviles, vivía con su esposa Najab y sus tres hijos -Lamia de 7 años, Habeeba de 5 y Adi de apenas 3 años-, y disfrutaba de su barrio. Pero la ofensiva israelí lo cambió todo. Ahora, los bombardeos, el hambre y el desplazamiento constante forman parte de la vida de Ali desde que, hace casi dos años, comenzó el genocidio.

Cuando el ejército se desplegó cerca de su barrio, su familia se trasladó a Rafah. Ali, sin embargo, se resistió a abandonar su hogar. "Permanecí allí varias semanas, cerrando ventanas con telas oscuras para que los soldados no vieran la luz y atacaran la casa".

Todo cambió la noche del 28 de enero del año pasado. Ali había salido a recorrer la zona para vigilar los movimientos de las tropas, una práctica obligada por el corte de las telecomunicaciones. En su camino de regreso, se encontró con su amigo Hussam, quien le advirtió de que el Ejército se estaba desplegando en su barrio y lo convenció de quedarse con él en un lugar más seguro.

Esa decisión le salvó la vida. A la mañana siguiente, su casa no era más que escombros. "Me quedé mirando lo que había sido mi hogar y pensé: sí, mi casa fue bombardeada, y con ella desaparecieron su calidez, su ternura y todos mis recuerdos. ¿Qué habría pasado si me hubiera quedado? Sin duda, estaría muerto", recuerda con emoción.

Mientras lloraba al ver los restos de lo que un día fue su hogar, un vecino corrió a abrazarle entre lágrimas, había escuchado la explosión a las 5.30 de la madrugada y, al no encontrar a Ali entre los restos, lo había dado por muerto.

En menos de dos años, las operaciones israelíes han dejado el 92% de las viviendas inhabitables, según datos de Naciones Unidas. Sin hogar ni refugio seguro, Ali y su amigo Hussam huyeron hacia el Hospital Nasser, uno de los pocos lugares que aún se consideraban "seguros" -aunque desde que arrancó el genocidio no se ha respetado ningún lugar libre de ataques-. Allí permanecieron semanas, junto a otros desplazados, en la tienda de campaña de Hussam al-Masri, cámara de Reuters que murió el pasado 23 de agosto en un ataque contra el hospital, junto con otras siete personas. Desde el inicio del conflicto, más de 210 periodistas han perdido la vida en ataques israelíes. "Matan periodistas para silenciar la verdad, para que el mundo no vea lo que ocurre aquí", denuncia Ali.

Ali permaneció en el Hospital Nasser hasta que Jan Yunis fue completamente sitiada y a los pocos días el centro médico también fue bombardeado. El joven consiguió escapar y reunirse con su familia primero en el campamento de Shaboura y luego, ante la ofensiva en Rafah, se desplazaron al campamento de Nuseirat, donde encontraron refugio en la clínica dental de un familiar.

La vida en Nuseirat era una pesadilla diaria. Las familias debían convivir con el estruendo constante de las bombas cayendo a pocos metros. Hasta que un día, los estallidos se acercaron tanto que el polvo y el humo comenzaron a elevarse frente a la casa de Ali. De pronto vio a soldados israelíes que abrían fuego contra cualquiera que se moviera. "Disparaban directamente a los civiles. El cielo estaba lleno de aviones, helicópteros y aeronaves, nunca había presenciado un despliegue semejante. La zona estaba abarrotada de desplazados, todos estábamos presos del terror y el pánico", recuerda.

Disparaban directamente a los civiles. Todos estábamos presos del terror y el pánico 

Ali logró reunir a su familia y huir hacia el hospital Al-Awda, sin embargo cuando llegaron no había espacio ni dentro ni fuera del hospital. "Había un número enorme de heridos y de mártires, y eso que la operación militar apenas llevaba unos minutos", relata. Tratando de alejarse del fuego, decidió dirigirse con su familia hacia otro hospital. Pero en mitad del camino, los aviones bombardearon la calle principal. "Me detuve y comprendí que seguir adelante era demasiado peligroso. Pero al regresar, las aeronaves bombardearon también el inicio del camino". Sin salida, buscó refugio en edificios residenciales cercanos. Entonces un hombre abrió la puerta de su casa y los llamó: "Vengan y refúgiense aquí". Desde entonces, siguen viviendo en la clínica dental en Nuseirat.

De nuevo, Ali, junto a su familia, pudo salvar su vida de una operación militar -ocurrida el 10 de junio de 2024- que le costó la vida a 274 palestinos y provocó más de 600 heridos, según el Ministerio de Sanidad de la Franja. El Ejército hebreo tenía como objetivo liberar a cuatro prisioneros. "El ministro israelí salió a los medios jactándose del éxito de la campaña, una operación militar que podría haberse reemplazado por un acuerdo de intercambio de prisioneros para preservar la vida de los civiles, si es que les importara el asunto", denuncia el gazatí.

Guerra del hambre

"Pasaron los días, semanas y meses, y esperamos el fin de este genocidio, pero sin resultado, hasta que el ejército que afirma ser el más ético del mundo comenzó a imponer una nueva guerra, que es la guerra del hambre", apunta.

El cierre de los pasos fronterizos y la prohibición de ingreso de ayuda humanitaria dejaron a la población sin alimentos ni medicinas, lo que también ha provocado que los precios se hayan disparado: "un saco de harina de 25 kilos llegó a costar 900 dólares y un kilo de lentejas 28 dólares", explica Ali. "Yo finjo comer para que mis hijos tengan suficiente alimento porque solo hay una comida al día. Ahora es normal ver a gente desmayarse de hambre en las calles", añade.

"¿Por qué en otros conflictos existen corredores seguros para los civiles, y en Gaza se nos niega incluso la posibilidad de huir? Las fronteras cerradas, el bloqueo total y la constante amenaza de bombardeos han privado a los gazatíes de su derecho más básico: el derecho a la vida. Nos están obligado a la fuerza a vivir bajo los horrores de la guerra, el asesinato y el hambre", denuncia.

¿Por qué en otros conflictos existen corredores seguros para los civiles, y en Gaza se nos niega incluso la posibilidad de huir?

Agradecimiento a España

Ali ha querido usar Público como altavoz para expresar su gratitud a España por el apoyo de nuestra sociedad al pueblo palestino. Como gesto de agradecimiento, el joven recorre las calles de Gaza vistiendo la camiseta de la selección española. "Seguimos con orgullo y admiración las nobles y honorables posturas del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los esfuerzos del pueblo español, desde activistas, estudiantes e instituciones, por estar del lado de la verdad y la justicia", manifiesta en una carta a las autoridades y medios españoles.

"Agradecemos con profunda gratitud la Global Sumud Flotilla, la noble iniciativa que partió desde tierras de los libres, incluyendo España, Italia, Marruecos, Malasia y Túnez, para apoyarnos en Gaza. Extendemos nuestro agradecimiento a quienes la organizan y a cada participante, pidiendo a Dios su seguridad y éxito. Aspiramos a encontrarnos pronto en las hermosas costas de Gaza, agotadas por la guerra, para celebrar juntos la libertad y la paz", cerraba su carta.

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