Desde hace algunos años, un grupo de amigos viene celebrando en Saladillo el solsticio de invierno, una tradición que comenzó allá por 2009 en la ciudad de La Plata. Lo que en su momento fue una reunión entre amigos con intereses comunes, fue tomando forma hasta convertirse en un ritual que, sin dejar de ser íntimo, atrae cada vez más curiosos y participantes.

En 2018, varios de los impulsores originales de aquellas primeras celebraciones se mudaron a Saladillo, y con ellos trajeron también la semilla de esta costumbre. Si bien al principio fue algo tímido y de bajo perfil, con el paso de los años -y especialmente después de la pandemia- se fueron sumando personas que se sintieron identificadas con el espíritu de la propuesta.

La idea central es sencilla y potente: celebrar el inicio de un nuevo ciclo natural. El solsticio de invierno marca el momento del año en que la noche es más larga, y a partir del cual el sol comienza lentamente a "volver". Distintas culturas, tanto de América como de Europa precristiana, han dado gran importancia a esta fecha, y nosotros buscamos conectar con esa mirada más profunda y simbólica del paso del tiempo.

El ritual incluye varios elementos: una cena comunal (este año consistió en guisos cocinados a fuego lento en calderos de hierro), una gran fogata que nos da abrigo y calor, la lectura de cuentos y leyendas vinculadas a la estación, y algunos gestos cargados de intención como quemar símbolos de lo que queremos dejar atrás o encender una rueda de fuego -conocida como kolovrat- que representa al sol renaciente.

Cada participante, además, deposita sus deseos escritos en un tronco, que luego es incorporado al fuego para que esa energía transformadora los impulse. También se intercambian pequeños presentes como gesto de afecto y buena voluntad.

Pero más allá del simbolismo y los rituales, este encuentro es, sobre todo, una excusa para juntarnos entre amigos. Muchos vienen especialmente desde La Plata o incluso desde Capital, lo que hace que el reencuentro tenga un valor aún mayor.

Aunque el solsticio de invierno es, quizás, el que mayor carga simbólica tiene, también celebramos los equinoccios de otoño y primavera, y el solsticio de verano, cada uno con sus propias características y rituales, acordes al ritmo de la naturaleza.

Ya empezamos a imaginar lo que será la próxima celebración: el equinoccio de primavera. Y como siempre, estará abierta a quienes se sientan convocados por este espíritu de encuentro, naturaleza y renovación.