26 de julio de 2024

Provinciales 18/08/2023

"Llegué a estar jugando 20 horas por día": el drama del juego online, en primera persona

Perder el control de la vida

Las casas de apuestas se transformaron en los principales inversores en publicidad deportiva. Boca y Racing tienen a Betsson en el frente de su camiseta, River a Codere y la Liga Profesional cerró un patrocinio a principio de año con BPlay.

PEDRO MOLINA | MDZ

FOTO: ANALÍA MELNIK | MDZ

La contracara del furor está en una pequeña oficina en el centro de la ciudad de Buenos Aires, donde cuatro personas reunidas en torno a una mesa con facturas, reciben a MDZ. Tienen diferentes orígenes y edades y prefieren preservar su nombre, pero los une un pasado en común: la ludopatía. Ahora forman parte de Jugadores Anónimos, un grupo de apoyo para recuperarse y en el que reciben a quienes llaman en busca de ayuda.

"Hay mucha gente con problemas de juego y son cada vez más chicos. Hay como olas y ahora está el juego online, de hecho, los últimos siete que entraron a los grupos son por ese tema", dice M., que fue jugadora hace 17 años y es una de las referentes de la organización.

Sentado a su lado está L., que tiene 29 y lleva 7 meses en recuperación. Jugaba al póker online y hacía apuestas deportivas hasta que cruzó la invisible línea del entretenimiento y se le transformó en consumo problemático.

-Al principio siempre te va bien y después empezás a querer más. En los juegos de cartas podía cargar saldo hasta cierto horario y por la necesidad de jugar me metí en las apuestas deportivas. Soy fanático de Racing y he llegado a gritar un gol de Independiente porque había apostado. A veces me iba solo a un bar o me quedaba dos horas sentado en el auto para jugar. El año pasado me endeudé fuerte, no tenía salida y le pedí plata a mi papá.

-¿Cuánta plata era?

-Mucha. Más de dos autos.

-¿Cómo empezaste a jugar?

-De chico con amigos y después con la pandemia como no me podía juntar, empecé con ese juego online. Hay personas que arman las páginas y te ofrecen. En marzo de 2021 empecé a jugar fuerte. Me iba al baño del laburo o apostaba en cualquier partido y si perdía me ponía de malhumor e iba por el siguiente. Me juntaba con amigos y estaba con el celular. Dejé de disfrutar, básicamente.

El relato en primera persona

-¿A qué te dedicabas en ese momento?

-Trabajo en una empresa familiar. Era cobrar y comerme el sueldo en el juego. Aunque seas el mejor pago del mundo no te alcanza porque te comés todo. Empecé a usar tarjetas de crédito y las quemaba. Cobraba y no llegaba a pagarlas, entonces saqué préstamos. Pero en vez de pagar, lo jugaba para tratar de duplicar y así seguía. Yo siento que saben que estás en carrera de juego porque cuando te dan un préstamo miran en qué gastás. Y a mí cada vez me ofrecían más.

-¿Quiénes sabían de tu situación?

-Nadie. Es una adicción silenciosa y si se dan cuenta, mentís. Yo estaba casado y a mi mujer le decía que ganaba menos, entonces los préstamos eran porque no llegábamos a fin de mes. A mi papá le decía que gastaba más de lo que tenía y hasta al psicólogo le ocultaba. Cambié mi personalidad al 100%. No quería ver a mi mujer, lo único que me importaba era dormir a mi hija recién nacida y jugar desde la diez de la noche hasta las 6 de la mañana. Tomaba alcohol y pastillas para dormir. Empezamos a pelearnos mucho y ella no sabía nada.

-¿Cuándo fue que tocaste fondo?

- En febrero mi mujer se fue a la Costa con su familia y para mí era el mejor momento: cuatro días solo en casa. Yo dije que me quedaba para trabajar, pero la realidad es que estuve todo el día encerrado desde las 7 de la mañana hasta la noche jugando. Iba al banco a depositarme y pedía plata prestada prometiendo que la iba a devolver al día siguiente. A su vuelta me separé y cuando le cuento a mi familia, mi papá me dice '¿no estás en algo raro vos?'. Estaba de vuelta con deudas hasta acá arriba, me largué a llorar y no sabía cómo salir. Él pagó lo que debía y empecé a venir a los grupos casi que para quedar bien con él.

Cruzar la línea

Cuando L., está por continuar su relato, en la otra punta de la mesa R., una señora más grande que él y que vivió su propio infierno en las salas de juegos años atrás lo detiene. Por el proceso que atraviesa evita ahondar en ciertos detalles. La amenaza es diaria y el lema bien claro: sólo por hoy. La conversación sigue con ella, que por el tiempo que lleva en Jugadores Anónimos vio pasar las diferentes tendencias de la ludopatía.

-Con el juego online, ¿está más exacerbada la adicción?

-Lo que cambió es que ahora la carrera de juego es más rápida. Tenemos muchísima gente joven y el nivel de apuestas es muy violento y destructivo, pero la apuesta es igual. Todos perdimos la cabeza y el control de nuestras vidas, más allá de lo que juegues. Los que no jugamos online íbamos a la mañana, a la tarde y a la noche a una sala.

Perder el control de la vida 

-¿Qué es lo que se busca en ese momento?

-Es como una reacción química que se despierta con el juego. Una adrenalina que te vuela la cabeza y es un factor X que tenemos y que a diferencia del resto no podemos parar. Somos incapaces de gestionar nuestra voluntad. 

-Y el tema de que ahora haya mucha publicidad, ¿es perjudicial?

-Hay mucha publicidad, mucho casino, mucho alcohol, mucha droga, mucho todo. El problema lo tenemos nosotros y reconocernos como adictos duele un montón, pero es necesario para frenar y tener una buena vida. Puede haber 500 casinos o ninguno, pero el adicto encuentra la manera. Lo importante es parar y contar que se puede.

-¿Hay poca conciencia de lo que significa el juego?

-Nadie tiene idea lo que genera: esto es cárcel, locura o muerte. Se minimiza. Las apuestas online hicieron visible una enfermedad gravísima, que socialmente está aceptada y se desmadró. Hay chicos en las escuelas y muchos otros cada vez más jóvenes con este problema.

-¿Existe el juego responsable?

-Para nosotros no. Somos compulsivos. Tenemos cualquier cosa menos juego responsable. Podemos pasar ocho horas sin salir, sin pararnos, sin ir al baño, comer o dormir. No vivís. Cuando no estás jugando pensás en cómo conseguir la plata para jugar. Te anestesia. Hasta que te das cuenta que solo no podés. Vinimos buscando ayuda y ayudamos al que sufre, al que se le rompió la vida, la salud y la familia. De los otros no opinamos.

EL JUEGO ONLINE PUEDE RESULTAR ADICTIVO PARA MUCHOS.

S. es madre de tres hijas y también atravesó su peor momento durante la pandemia. Cambió los tragamonedas por el juego online y llegó a dormir dos horas y jugar 20 en diferentes lugares de su casa: el baño, el comedor, acostada. En una madrugada de desesperación, mientras todos dormían miró un video de Seres libres, el programa de Gastón Pauls sobre adicciones, y mandó un mensaje a la línea de ayuda telefónica de Jugadores Anónimos. Eran las cinco de la mañana y esperó despierta hasta que le contestaron a las ocho.

-Necesitaba ayuda y me cambió la vida. Cuando me decían 24 horas sin jugar me parecía muchísimo entonces partía el día en tres o cuatro horas y pedía fuerzas para cumplir esos objetivos. Los primeros treinta días fueron trágicos. Pura abstinencia: me sudaban las manos, me temblaba el cuerpo y lloraba.

-¿Y después?

-Hoy el grupo es mi lugar de pertenencia, mi segunda familia. Al principio decía 'estos están todos locos', pero después empecé a sentir. Es raro escucharlo de afuera, pero cuando jugás no te importa si tu marido trabaja, si tus hijas comen o qué pasa en el trabajo. Antes no sentía nada, ahora presto atención, las escucho. Duermo.

-¿Te cambió en algo la relación con ellas?

-El programa me enseñó a no sentir culpa porque es una enfermedad, pero me cuesta hablar con respecto a mis hijas. Les transmitía mi problema y la realidad es que el celular es una adicción de la vida cotidiana. Hoy en mi casa se usa hasta cierta hora y a las once, a dormir. Antes era un caos y ahora es un hogar.

Aprender a vivir con la adicción

-¿Te quedó cierto reparo hacia el celular?

-Odio estar en una reunión y que estén todos con el celular. Yo antes lo hacía. También me asusta que las compañeras de mis hijas jueguen online en la escuela. El otro día estaban juntando plata para una carga. Ellas lo padecieron y una les contó a sus amigas lo que yo viví. Me preguntó si estaba mal y yo le dije 'si es lo que vos sentís y al otro le hace bien, está perfecto'.

Al igual que L., S. también mintió, hizo malabares para conseguir plata, se endeudó, sintió vergüenza y culpa. El encuentro entre pares les permite mantenerse ajenos al bombardeo publicitario. Paradójicamente, después de varios meses alejados de las apuestas están ganando. Pero ellos saben y repiten que es "sólo por hoy".

* La ludopatía es una enfermedad emocional reconocida por la Organización Mundial de la Salud. Para más información, visitá www.jugadoresanonimos.org.ar o llamá a la línea vida gratuita y confidencial 15-4412-6745.    

mdz

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