23 de abril de 2024

Locales 19/03/2023

Nair y Ezequiel

Convertidos en una imborrable presencia

Días de dolor en el recuerdo de dos jóvenes fallecidos trágicamente. Nair Rachit, el 19 de marzo de 2000 y Ezequiel Savone Tenaglia, el 18 de marzo de 2012. Dejaron una profunda huella en la comunidad.

La muerte joven golpea y mucho. Lo inesperado del acontecimiento produce la máxima impotencia y la búsqueda de explicaciones hasta dónde no las hay ni las habrá. Las heridas perduran y pueden llenarse de los más hermosos recuerdos. Pero persisten las lágrimas y la impotencia.

Dejaron detrás de sí indescriptibles demostraciones de afecto, de amor y cariño. La visión de padres que no encuentran, ni encontrarán, consuelo posible.

La congoja de tantos jóvenes que no logran entender estos sucesos que la vida coloca tan cerca.

Amigos y amigas que han sufrido un golpe muy fuerte y del que es difícil reaccionar.

Cada uno y cada una lo asumieron y lo asumen a su manera. De la forma en que lo dictan los sentimientos más profundos. No hay nada que mida el dolor que una muerte produce. No habrá nada que pueda alcanzar el clímax del dolor de una madre que pierde a su hijo o a su hija.

Es lo antinatural. En lo que nadie puede prepararse o cursar alguna materia que permita atravesar tanta angustia.

Y cada uno extrae de estos dos seres queridos lo mejor. Y recuerda lo mejor, la amistad, el compañerismo, la solidaridad, las sonrisas, los abrazos. Y entonces puede asumir, aunque de manera parcial, el significado de una pérdida irreparable.

Reafirmando los sentimientos, lo que sintieron y sienten profundamente muchos y muchas. Otros no encuentran el punto de equilibrio que a otros les permite valorar la vida cuando, lamentablemente, la muerte se cruzó en el camino.

Como expresaran Aldo, Marta y Yamila años atrás "la muerte es un enigma indescifrable que no dice ni cuándo ni cómo llega; pero creemos que por la muerte se pasa a la vida. Han pasado años de tu partida, aquel día se abrió una gran herida en nuestros corazones por haber perdido tu presencia. Esperamos estar juntos en la alegría del reencuentro. ¡Te amamos Nair!"

¡Te amamos Nair! ¡Te amamos Ezequiel! ¡Te queremos mucho!

Qué ser querido no ha exclamado en voz alta estas palabras tan llenas de amor, de tanto afecto y ternura.

Vale recordarlos porque, en muchos, sembraron lo mejor que tenían para entregar.

Y allí están, convertidos en una imborrable presencia.

Nair y Ezequiel, como otros tantos chicos y chicas, no están entre nosotros.

Como dicen sus seres más cercanos, están y estarán, en algún lugar perdurable, algo que hace imposible, siquiera por un instante, olvidarlos. (AVG | 19|03|13)


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