Locales 10/08/2025
De Bernabé De Vinsenci
DICE EL AUTOR:
Mi poesía no busca la grandilocuencia ni amistarse con la solemnidad. Hay algo que sostengo y es que no tengo por qué darle belleza al mundo, de modo que si yo fui acunado en la crueldad me toca dibujar eso que aparece y me circunda. Si hay algo que me caracteriza es un poco las altísimas taras y ahogarme fácilmente en un vaso de agua, por eso fui a lo largo de mi vida más infeliz de lo que debería: por tropezar trescientas veces con la misma piedra. Me gusta mi época, leí sí, pero no puedo impostar la voz de un yo poético de alguien que nació en 1947. Por eso me resisto y me aggiorno al lenguaje más cercano: una especie de grafitti, de popurrí entre la cursilería, el habla a mano y un descenso dantesco prosaico. De lo que escribí apenas me gustan dos o tres poemas. No me interesa agradar a todos, ni desagradar a nadie. Yo escribo para los que, con 30 años, no saben de qué color es la adultez pero sin embargo se levantan y buscan algo en la alacena para hacer una comida parecida a la que hacían las abuelas. No soporto sonar interesante ni escribir párrafos que parezcan posteos. Todo lo que hay de mí existe gracias a una clase muy baja que le tocó leer, siempre lo que pudo, y después tuvo la urgencia de escribir, mal o bien, pero eso ya es secundario y los iluminados son los que validan o no a la literatura. Yo, por suerte, fui en los '90 a parques de diversiones y aprendí a estrellarme con autitos autochocadores.
1.
Abracé la cabeza de Dios, hijos míos.
Acaricié su calvicie enferma.
Me estremecí como un muerto que vuelve del ataúd.
Créanme no me recorría el escalofrío de la insana cordura.
Yo vi a Dios. Era hermoso como ustedes
y me dijo:
Estoy cansado de los crucifijos sobre los pies de los muertos.
Yo abracé a Dios, sí,
y esperé paciente en el muro ancho de la vida o no sé qué, a que me diera el último cigarrillo y así quitarme de encima el gusto dulce de los caramelos.
2.
Sarita me dice "no tomes mucho alcohol".
"Puede hacerte mal", agrega.
Y veo que sobria, Sarita baila con un pijama símil terciopelo.
La veo a dos vidas de mí.
"No pude parar de pensar en toda la semana", le digo.
Que no pude, le digo,
y que tampoco pudieron
dejarme de pensar las pastillas.
Le explico:
Estoy dopado con esos fármacos y el alcohol me da un poco de lucidez.
Y para qué dice ella
y para qué
no me ves a mí
que bailo
y la música suena en mi cabeza
no ves que tengo una bandita sonora en mis oídos.
3.
Pipi me escribe que Hernán se suicidó.
A veces lo llamaba porque algo le decía "quizás le pasó algo" y Pipi me lo cuenta a mí.
Me dice: estaba haciendo una vida saludable en pareja, ahorrando; terminando el Profesorado de Lengua y Literatura.
Le digo que es raro
y me cuenta: lo llamó la jefa, no respondía, fueron y estaba colgado.
Ahora una etapa de mi vida dista diez centímetros del suelo.
El Horro Vacui que ya nadie recordará
ese librito de poesía que era
un manifiesto contra el padre
con más silencios que versos.
Pipi me dice más seguido si estoy bien.
A veces nos mandamos audios.
Cuando me contó lo de Hernán me dijo: no hay nada que suplante a la dopamina. De la cocaína no hay buena fiesta que alegre al bajón y yo lo único que hice fue darle el pésame y pedirle a Dios que su alma tenga paz y alguna sustancia que no nos quite restos de vida, de amor, ni que se doblegue ante nuestros seres queridos.
4.
Atravesábamos La Boca del Lobo.
Sí, tu mano ungida a la mía. A los costados iceberg de escarchas.
No tengas miedo, te dije, dejá que mi mano guíe el laberinto de nuestros pies.
Tuviste miedo.
Tuviste desaire.
Íbamos inseparables, corroídos y, de pronto, me dijiste: hay un mal que me hace amarte y te respondí, claro que te respondí: ese mal es el amor sin señales.
Y vos y yo inseparables y corroídos atravesábamos La Boca del Lobo sin licencia sin ningún tipo de examen teórico sobre lo bueno y lo malo.
5.
Créanme soy esta bestia impensada de papá y mamá.
Créanme el espejo me dijo:
sos la bestia inmerecida de este mundo; vístete de la silicona de buenas portaciones de rostros, de buenos lazos sociales y de una vida perdurable.
Créanme, yo vine acá y todo estaba hecho.
Y sin embargo me hundieron al último escalón.
Créanme soy un débil mental y tengo en mi hemisferio derecho una vocecita que me dice: para vos solo hay algo roto y descocido.
Créanme yo quise ser lujo y soy una olla de aluminio abollada donde entra la mitad de un paquete de tirabuzones.
6.
Soy un hombre cursi sí.
Al que tu amor menguó las ganas de tirar una molotov. Llámenme hombre cursi, hombre bestia.
Cualquier adjetivo viene bien.
Soy un hombre al pie de la letra de un libraco de bestiario.
Ahora díganme ¿cambié?
Ahora díganme ¿tengo una cara más humanizada?
Camino por el borde de los altos precipicios y nada me importa.
Nada me importa salvo tu mano que me aferra a este lado caótico, sí, hermoso
Sí, de la vida.
7.
Amor, ese pétalo no era para vos ni para mí.
Ahora dirán hablo de una mujer.
Ahora dirán qué tipo idiota y cursi.
Dirán sí que hablo de una mujer ahora yo
me pregunto ¿quién pudo detener a la bestia?
Ahora yo me pregunto
¿Quién ultimó los detalles de la bestia?
Estoy acostumbrado a la soledad, sí.
A la falta de la costumbre de conocernos a vos y a mí
viendo al mundo indistinto de lo que la humanidad dijo: una manzana en mal estado pudre a las otras.
8.
Yo, amor, a base de error y tiros al blanco en el punto en que anida mi corazón.
Yo, amor, que descarrilé en la vida y me quedé atascado en los ríeles.
Yo, el sentimental en potencia aburrido y averiado en este mundo bonito y cruel
y que nació y creció en este mundo bonito y cruel
sí, dándose una y otra y otra vez el cráneo contra la pared.
Yo, poco ágil para la poesía y que en un intento de entusiasmo a falta de calidad
me asombro, vida mía,
a que te quedes esperando
si algo de este mundo florece después,
después sí de que haya desaparecido la primavera y la humanidad se haya vuelto más y más fría que el invierno.
Bernabé De Vinsenci
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