Locales 17/11/2023
Opinión
En medio de un proceso electoral crucial para nuestro país y a 40 años del retorno de la democracia, me veo en la necesidad de compartir mi inquietud como ciudadano, director de un instituto de educación superior, docente, empresario, emprendedor y miembro de la comunidad LGTBQI+.
El odio ha permeado el discurso político, especialmente cuando se trata de candidatos que, en lugar de abordar temas con respeto, han optado por desacreditar a ciertas minorías. En ese contexto es primordial recordar que la diversidad es nuestra mayor riqueza como sociedad.
Como director de una institución educativa, quiero dejar en claro que hablo en nombre propio y no en representación de la institución. Pero no puedo dejar de expresar mis inquietudes. Nuestro deber como educadores es preparar a los estudiantes para desafiar el mundo del trabajo y la producción, y que estas oportunidades sean accesibles para todos.
En Argentina hemos realizado esfuerzos significativos para posicionar nuestra educación en la vanguardia mundial. Este logro es el resultado del trabajo conjunto de diversos sectores y del compromiso de todos los que formamos parte de este sistema. Y es desde el Estado que se han generado las condiciones para construir una educación inclusiva y de calidad para todos.
Puedo dar fe de los esfuerzos realizados en los últimos años. Se ha trabajado en la actualización de los diseños curriculares en casi todos los niveles, que rescatan las voces de todos estudiantes, docentes, directivos, inspectores y nivel central. La inversión de más de 8.000.000 de pesos en nuestra institución de educación superior técnica este año es un claro ejemplo de la importancia que se le otorga a la formación de nuestros estudiantes. Estos fondos, provenientes del INET, son vitales para crear entornos formativos que reflejan el dinámico mundo del trabajo.
El esfuerzo que realizamos los educadores para que nuestras y nuestros estudiantes ingresen, permanezcan y acrediten sus trayectos formativos, no puede ser tirado a la basura. No está mal la educación. Negar o degradar es una manera de denigrar el trabajo de muchos.
En tiempos de incertidumbre, es fundamental recordar el esfuerzo colectivo que ha llevado a nuestra educación a destacarse. Invito a reflexionar sobre el impacto real de las propuestas y a mantenernos unidos en la defensa de una sociedad justa, inclusiva y respetuosa. Finalmente solo pienso que construir es un proceso lento y que deshacer lo que ya está establecido puede tener consecuencias duraderas.
Quiero dejar claro que me atrevo a escribir esto porque siento que sí pueden hacer mucho daño, repudio enérgicamente lo sucedido en la Universidad de Cuyo, Mendoza.
No a la privatización de la educación
No a las escuelas voucher
No a la Violencia de cualquier tipo
Y la educación pública no adoctrina, ENSEÑA.
Silvio Garbarino
(Imágenes de la Universidad Nacional de Cuyo)
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