Locales 19/04/2024
"Las madres nunca mueren"
La partida de Rosana dejó detrás de sí esa profunda huella por donde caminan la tristeza y el profundo dolor que ocasiona, el final de una vida, la muerte.
Y está claro que uno puede escribir desde la cercanía o la lejanía y, en este caso, desde el reconocimiento a una mujer a la que cada vez que vi me mostró una sonrisa.
Yo conversaba con Gastón de muchos temas que tenían que ver son su actividad, de la situación o de la gestión municipal y ella entraba como era, hiperactiva y sonriente. Entraba, saludaba y salía. Allí en la oficina de Ministro Sojo y Almafuerte. Parecía apurada.
Me queda esa imagen de su vida, de su profesión docente, actividad que sentía y amaba.
Primero, su familia "chica". Profundo amor por Gastón. Por Muriel y por Lis, sus hijas.
Por el patinaje artístico de Muriel, por el piano, los teclados y la danza clásica. Y, siempre, la docencia.
Y sobrevino esa enfermedad cruel y destructiva.
Una lucha distinta y una pelea desigual. Aún así Rosana enfrentó el reto y el sufrimiento con una actitud admirable. Aún en los peores momentos afloraba su sonrisa. En donde fuera. Aquí o en medio de alguno de los invasivos tratamientos que debió afrontar.
Esa familia, su familia chica y su familia grande. Sus padres y familiares, todos en una extraordinaria tarea de contención colectiva.
La dolorosa despedida los encontró juntos escuchando esas palabras de "Mimí" Giordano: "Las madres nunca mueren" y observando el desconsuelo y el inmenso padecimiento de Gastón, abrazando ese colosal pedazo de vida que se le fue.
Nadie la necesitaba en otro lugar que no fuera aquí, junto a los suyos.
Nadie necesitaba su partida tan temprana.
Sin embargo, se abrió ese enorme espacio de ausencia donde no hay alivio ni, tantas veces, palabras válidas.
Todos y todas quienes la rodearon profesionales y no profesionales, hicieron lo humanamente posible para que el desenlace fuera otro. No pudo ser.
Mi abrazo a Gastón y a todos sus seres queridos, familiares, amigos, amigas, compañeros y compañeras.
Permanecerán la eterna sonrisa y el eterno amor de Rosana que irán ocupando, lentamente, ese vacío, hoy insondable.
AVG
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