Locales 07/12/2025
"Dios de los enfermos"
"Dios de los enfermos" se llama su nuevo libro. Una voz en primera persona relata la vida dentro del hospital se describe como un laberinto confuso, marcado por la ingesta obligatoria de píldoras y la constante comparación entre la supuesta "pureza" del interior y la corrupción del mundo exterior.
Liliana Vera Ibáñez
Redacción LID @liluzlisam
La obra Dios de los enfermos de Bernabé de Vinsenci reflexiona sobre la locura y la realidad a través de su compleja relación entre dos pacientes. Un elemento central es la figura mística del Dios de los enfermos, una deidad que reside dentro del asilo y hacia la cual el narrador siente celos y devoción compartida con su amada. La conexión entre los dos internos es volátil, alternando entre momentos de profunda ternura, deseo físico, y el dolor de la separación cuando ella es trasladada al "Pabellón de los Límpidos.
Tu novela *Dios de los enfermos* nos sumerge en un ambiente hospitalario, la figura central que da título a la obra, el "Dios de los enfermos", es omnipresente. ¿Qué representa esta figura para el narrador y los internos del nosocomio?
Me pareció interesante poner a luz un Dios que no tiene nada que ver con el Dios tradicional. En los hospitales siempre suele haber un Jesucristo (el que yo conozco y me impactó era de madera) y me quedó grabada esa imagen de gente que le ora en momentos críticos. Jugué con esa idea paternalista pero no castigadora. La idea de este Dios no necesariamente remite al Dios convencional. Es una idea de un Dios al que el personaje acude pero motivado por sí, nadie lo obliga nadie lo somete. No hay bajada de línea salvo que es humano y que se conmueve, se conmueve ante este personaje un poco al desamparo. Quizás si Dios fuese más permisivo no habría fascismo ni culpabilidad. Fascismo que pregona una idea de un Dios bueno que admite puertas adentro la hijaputez. La novela arma un mundo propio, hay algo de referencialidad al mundo más real, obvio, pero yo diría que conviví con esos personajes atravesado por el cariño y la creación de cierta atmósfera. Fácticamente sí creo que la idea de catolicismo y culpa, no desapareció. Tal vez viró, transmutó. Es más, está dentro de nosotros y lo porta el progresismo que intenta dar caridad. El Dios actual puede que sea facho, como lo es para los evangelistas, y hay otro, supuestamente muerto que alimenta al progresismo. La idea del viejo cristianismo y su potencial de culpa. Los que dicen no creer pero que actúan bajo la fe (supongamos partidarias) y la limosna. Me parece fundamental pensar la idea de Dios, aunque no sea canónica, y lo que pasa con esa ausencia. Con ese Dios atronador de una minoría cada vez más propagada. Igual este Dios funciona en el texto, no responde estrictamente a la realidad. Es un Dios que aparece ahí y que va armándose con la idea de lenguaje. Porque en lo que más obran se comporta, es en su modo de diseñar una poética que incluye a las enfermeras como protectoras o madrazas. Entonces bajo el manto de la protección es que aparece este Dios, que no es cualquiera, sino un Dios que se constituye en lo poético y habla desde lo poético, inclusive llora.
El contraste entre adentro y afuera es fundamental. ¿Por qué el nosocomio, a pesar de la insanía y la enfermedad, es un lugar preferible al mundo exterior?
Por un lado puedo responder que hay presos que prefieren la crueldad de la cárcel a la realidad. Hay un plato de comida, una contención entre muros. Por otro, yo quería usar la idea de nosocomio como algo más hospitalario y ahí aparece la idea de un pasillo y el encuentro de los personajes. O sea, hay algo que funciona en la imaginación como ambiente, atmósfera, y por otro puede ser una idea inducida desde lo más racional. Con respecto a eso podría disgregar que tal vez la idea de institución y su delimitación material a su vez puede contener a la mente. Hay que ir más allá de la idea de encierro y pensar que las instituciones ya no funcionan como tal. Hay algo que nos excede y es que el capitalismo está cooptando nuestras subjetividades y direccionándolas del modo que quiere. Por eso hay que hilar muy finito a la hora de hablar de subjetividad, encierro y libertad. O habría que preguntarse si realmente somos libre o a costo de qué, bajo el precio de qué. O aún peor, ¿lo que deseo como libertad es propio o una impostura de los tecnofeudalismos, el estatus y un deseo inconformista que se desplaza y desplaza y nunca hay felicidad?
La voz narradora en un momento dice que afuera la insanía mental es asociada con la criminalidad. Hay mucho de realidad en esa afirmación
Sí, total. Es una idea subdesarrollada y exportada de los yankis. Criminalizar la salud mental viene de esa idea de documentales y niños estadounidenses que entran a un aula y matan compañeros. Pichón Riviére hablaba de alienados y que como tal, los locos no podían producir obras de arte. ¿Cómo podés hablar de deseo en una terapia del lenguaje que habla de psicopatologías? ¿Cómo puede ser que uno desee o busque alivio ante discursos que hablan de psicosis? Somos un país eurocéntrico. Todo es psicoanalizable. Ahora se usa narcisista, psicópata. Es preferible poner una barrera de estigma a conocer a los otros. Hay bajada de línea a cada rato de Europa. Se piensa desde el psicoanálisis que la mente vive por fuera de un contexto y que hay que aprender a desear esta realidad que puede llegar a ser el fin de la humanidad o peor que el Medioevo. No entiendo a esa gente que dice que fue a terapia, lloró y está bien. Ahora llorar es cool. Nada de contemplación hacia los contextos o la realidad cada vez más precarizada. Donde unos te hablan de ir a un recital y otros ven con qué reemplazar el arroz porque te constipa. Sé que suena a víctima, pero dale, si uno se tiene que digerir gustos del estatus pequeño burgués, déjenme hablar en mi lengua de monstruo y residuo capitalista. Yo me expuse mucho en mi literatura, hablé desde los discursos locos y eso me costó ser ninguneado, patologizado. Incluso por mi ex pareja. A veces con eso voy y vengo. Te puede interesar: Literatura. Entrevista: Bernabé de Vinsenci, poemarios desde un hospital público
Hablemos de la relación intensa y conflictiva entre el narrador y la persona amada. Contanos por qué elegiste este tipo de relación personal para tus personajes.
Me gusta esa pregunta. Te puedo decir que ahí ancló mi mundo propio. Estaba separándome, o más bien de duelo, y apareció esa idea del personaje que en vez de puro, termina siendo un impostor. Le envía una carta al narrador y lo trata de "insoportable". Ella es como la Beatriz del Dante en un momento y todo recae o se precipita en una cruda realidad donde ella le dice algo así como que te amé pero eras insoportable. Y ahora que lo decís pienso en Miguel Ángel y ese cuadro donde Adán o el hombre nunca alcanza la mano de Dios. Y eso se traduce un poco a lo que somos: hombres y mujeres tratando de buscar la pureza donde las cosas al tercer día se desvanecen. Este es un tiempo de lo efímero en el cual las cosas se rigen por el placer. Por eso en un rapto de enojo prefierí involucrarme solamente con el personaje y las enfermeras. Me gusta esa parodia que se genera entre el personaje que poetiza y las enfermeras que le dicen que deje de hacerse el poeta. Es un poco ponerme en burla a mí mismo, a una época de mí mismo. Eso de sonar interesante o intelectualizar todo.
La ingesta de píldoras es un ritual diario. El narrador recibe una píldora blanca, y la persona amada una rosa. ¿Cuál es el significado de esta medicación en la narrativa?
Ahí creo que entrás en un detalle muy no pensado para mí. No me percaté de eso. Y volviendo a lo anterior qué sería. ¿Blanco porque el hombre es puro? ¿Y rosa por la feminidad? Puedo pedir disculpas y decir que lo pasé por alto siendo que la novela va por lo poético y no es un detalle menor. Fue muy azaroso de mi parte. Y está bueno que me lo hagas notar. Igual siempre algo se escapa.
La narrativa tiene un estilo muy fragmentado, refleja la "piedrita que trastoca el equilibrio". ¿Es el lenguaje, entonces, el último refugio del narrador?
Es muy acertado. Creo que la literalidad cierra incertidumbres. No hay que vivir en el oleaje de la incertidumbre porque se termina en la desesperación. Lo que sí poetizar es un modo de abrir fisuras y el lenguaje es la capacidad de mostrarnos curiosos, cuando nacemos y cuando morimos. Una vez en terapia me dijeron que tenía que ser más claro para que fluyan las sesiones, no metaforizar ni comparar tanto. Y es cierto. Pero a veces es el último recurso y refugio de mí, del narrador. De la posibilidad de ser ocurrente también y que en esa chispa donde algo no va, aparezca la risa. Obviamente, me parece que el narrador está en tela de juicio de verse en el ridículo porque nadie habla a través de un lenguaje poético. Tal vez es la señal más tierna que quise mostrar de la locura y asimismo esa burla frente a personas que le marcan un límite y le ponen los pies en la tierra. Si decimos que la locura desarticula el lenguaje, me pregunto, ¿no? ¿No será que es un discurso altamente poético? Y con esto no quiero decir que sea malo o bueno. De buena o pésima calidad. Es una pregunta que me hago, mientras respondo a la pregunta.
La salud mental, relacionada con el acceso a la misma (o la falta de acceso) está nuevamente en el tapete de los temas en el país.
La salud mental y los jubilados son parte del primer ataque de exterminio. No producen, atrofian la producción con demandas de atenciones a veces exclusivas. La humanidad no tiene tiempo para nada que no sea productivista o alcance el éxito, que sea eficiente, que dé placer. Me parece que lo residual, lo que no le sirve al capitalismo es borrado de toda faz. ¿Y después que viene? Al fin el mundo será de dos o tres CEOS y la humanidad un grupito reducido en pos del funcionamiento de la robótica. Esas chatarras van a cobrar autonomía almacenando información hasta que puedan valerse por sí mismas. Ahora la sociedad lo ve como algo lejano, pero tarde o temprano va a suceder y nadie de nosotros hará falta. Ahora el capitalismo está en su déficit cero y lo que hace es exterminar lo que genera gasto e inutilidad para su funcionamiento: neurodivergentes, discapacitados, jubilados, etcétera.
¿Por qué escribiste esta novela, o a partir de qué inquietudes?
Pensé mucho en Raúl Zurita. Esta novela se edita en Chile. Y pensé mucho en esos jóvenes chilenos y en Zurita y su gran esperanza para con la juventud. Idealizo mucho a Chile, Valparaíso sobre todo. Esas paredes intervenidas en el gobierno de Piñeira. Los carabineros y los ojos mutilados. Desde afuera me parece un país potente y que su lengua deja como tontos a los argentinos. Porque es la lengua por excelencia para escribir y recitar poesía. Escuchar a Zurita leyendo Antiparaíso es lo mejor que le sucedió a este continente. Mi inquietud fue que escribí dos pésimas novelas en clave de realismo y qué mejor que poetizar con los grandes temas de la vida, la locura, la muerte, la amistad. No tiene sentido ese realismo costumbrista de clase media que narra duelos o maternidades. Ya pasó. Hay que arriesgarse a quedar como idiota o ridículo pero arriesgar.
Bernabé De Vinsenci (IG) nació en la ciudad bonaerense de Saladillo. En 2018 publicó las novelas La era de la eyaculación desmedida y Trueno de furia, junto con los libros de cuentos Éntomos: Mutación e Hígado. En 2019 lanzó el poemario La trama de los padecientes que fue escrita al compás de su experiencia en un hospital Zonal Dr. Alejandro Posadas, al que defiende del desfinanciamientoy ataque constante contra sus trabajadores. A finales de 2022 el poemario El dolor como espectáculo, en 2023 lanzó bajo la editorial Casagrande el libro de cuentos También este infierno temerás, donde explora los géneros realismo delirante, fantasía y realismo sucio, distribuido en Chile nuevamente con Ediciones Askasis. En 2025 publicó su libro Poesía del yo para crédulos
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