Abril, el mes en el que las hojas comienzan a teñirse de amarillo para luego caer. 

Abril, esa sensación de saber que muchos se fueron y no volvieron más.

A muchos pibes en abril de 1982 nunca más les salió el sol, y nunca más los pájaros cantaron su canción preferida para ellos. A otros solo nos queda el recuerdo y las historias contadas que nunca jamás vamos a olvidar. En las almohadas de muchas madres quedan sueños incompletos y en las habitaciones de muchos hogares paredes vacías y fotos guardadas.

Seguro que a nadie le van a devolver lo que le arrebataron en ese cruel abril. A ninguna piba le van a devolver ese amor que quedó muy al sur, y nunca regresó; a ningún niño le van a devolver al papá que pudo ser, y a ninguna mamá le van a devolver el abrazo que quedó pendiente por ahí, en un rincón.

A veces nos engañamos leyendo o escuchando historias que nos contaron de niños. Nos engañamos como engañaron ellos cuando decían que todo estaba bien y mentian con toda crueldad. A veces nos engañamos creyendo que  los buenos ganan y los malos mueren. Porque en ese abril fue todo al revés.

Siempre me dijeron que era muy chico para entender ciertas cosas. Hoy entiendo que nunca voy a entender. Porque nunca voy a estar en sus botas o en sus cascos y mucho menos en la cabeza de cada mamá que quedó esperando que en ese abril una parte de su corazón regresara.

Abril del '82.

Las luces se apagaron para muchos. Otros mantenemos viva la llama del recuerdo.

Juan Navata