Nacionales 13/05/2025
Comienza la Semana Mundial del Parto Respetado
Este martes empezó la Semana Mundial del Parto Respetado, un lapso destinado en el calendario a la concientización sobre los derechos y el cuidado que las madres y los bebés pueden ejercer y deben recibir, respectivamente. El objetivo es visibilizar y reflexionar, en torno a una atención que garantice el pleno ejercicio de la libertad para las personas gestantes, para sus recién nacidos y para quienes acompañan dicho momento. Esto implica, por caso, evitar intervenciones innecesarias y combatir la violencia ginecobstétrica. Mientras que la OMS recomienda que la cantidad de cesáreas no supere al 15 por ciento de los nacimientos, de acuerdo al Sistema de Información Perinatal en los hospitales públicos de Argentina se estima que esta cirugía supera el 43 por ciento.
El parto respetado constituye un enfoque que pondera a las madres como sujetos de derecho. En este sentido, protagonistas indudables del acto de parir se convierten en un eslabón activo en el proceso de toma de decisiones. Es determinante que los profesionales de la salud puedan escucharlas, considerar sus puntos de vista y sus ritmos.
Así lo define María Eugenia Dichano, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes, especializada en género, feminismos y derechos humanos: "Cuando pensamos en el parto tenemos que pensar en una manifestación de la sexualidad, y por eso es importante que se respeten los deseos, las voluntades de la persona gestante, así como garantizar los derechos de ese niño o niña que está por venir al mundo. Desde aquí, no solo se considera a la persona embarazada como protagonista, sino también se busca asegurar los derechos de la familia y su acompañamiento".
Se procura, en esta línea, que todas las partes puedan vivir la experiencia con autonomía y seguridad. Sobre este derecho que deben ejercer los familiares de la persona gestante, Dichano observa: "Se debe asegurar que cada una de las intervenciones que se realizarán en todas las etapas (desde el embarazo al trabajo de parto) sean informadas a sus familias con palabras claras, un trato respetuoso y personalizado. Un trato que resguarde la intimidad y la contención; que se tenga en cuenta las condiciones culturales, la identidad de género. Todo, siempre y cuando no se encuentre en riesgo la vida de la persona gestante ni del bebé en el útero", destaca la especialista, que ha dictado cursos de parto respetado y violencias contra las mujeres.
Los derechos, las mamás y los bebés
En el país, la Ley 25.929 de Parto Humanizado, sancionada y promulgada en 2004, sirve de paraguas para contemplar todo este tipo de aspectos. Dichano manifiesta: "La ley quizás no sea muy conocida. Tal vez, los profesionales de la salud y los equipos médicos no se formaron en esta norma. Hay un saber establecido y hegemónico de la medicina, así como también el patriarcado juega un rol importante. A las mujeres, muchas veces, se les dice que 'no saben parir' o que 'sus cuerpos no están preparados' o que 'no soportarán las contracciones'. Como resultado, se pondera el saber médico por sobre la experiencia y las condiciones de los cuerpos para poder parir".
En la práctica, el enfoque de parto respetado implica mayores dosis de libertad para la persona gestante y la facultad de decidir sobre su propio cuerpo. En este sentido, el profesional de la salud a cargo deberá informar sobre cómo será el parto y los procedimientos que le van a realizar. Disponer de información es un paso previo imprescindible para escoger con libertad cómo será la práctica; por eso es que el consentimiento informado opera como acuerdo entre las partes para corroborar que aquello que se dice efectivamente fue entendido y aceptado.
Al mismo tiempo, como refiere Dichano, no solo la madre es sujeto de derecho, sino también el recién nacido. Según el punto de vista del parto respetado, el bebé posee tres derechos fundamentales: al contacto piel con piel inmediato, a ser amamantado (si quien gesta así lo desea) y a no ser separado de su madre. Por lo general, estos derechos suelen ser vulnerados porque durante los partos convencionales prima la lógica de los controles y los chequeos médicos que, si bien son indispensables, se realizan sin tener en cuenta lo fundamental del afecto en este primer contacto con el mundo.
En concreto, la empatía de los profesionales de la salud en esos primeros instantes de vida también es decisiva para acompañar en un momento de fragilidades y emoción.
Contra la violencia en todas sus formas
El modelo médico hegemónico se enfrenta a uno que pondera a las personas como sujetos de derecho. Bajo el prisma del parto respetado, la indicación es evitar cesáreas y otros tipos de intervenciones cuando no sea necesario. Una perspectiva más humana sobre una actividad eminentemente humana; por lo tanto, libre de violencias y de discriminación.
La violencia ginecobstétrica, precisamente, se puede advertir a través de acciones deshumanizantes llevadas adelante por médicos y asistentes: desde infantilizar el parto, menospreciar el esfuerzo de la persona gestante y realizar chistes que humillen a la protagonista, hasta llevar adelante intervenciones cuando no se necesitan. Una muy común pueden ser los tactos reiterados.
"Algunas veces, cuando se nos dice que no podemos parir, finalmente no podemos. Entonces, los médicos optan por realizar intervenciones innecesarias porque nos dicen que ya tendríamos que haber dilatado en determinada cantidad de tiempo. No nos dan el espacio, el lugar: como necesitan la sala de parto, el asunto tiene que ser rápido", advierte Dichano.
Y remata: "Todavía falta que se desmantelen un montón de mitos y creencias en torno al parto, al posparto, al puerperio. Volver a ese saber ancestral de poder recuperar el hecho de que sabemos parir; lo que nos falta algunas veces es confianza e instituciones que acompañen nuestro proceso".
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