16 de abril de 2024

Editorial 01/08/2012

Cómo y qué se pide

Lo sucedido en Saladillo Norte, en medio de la actividad oficial del aniversario de la ciudad, modificó el rumbo de los acontecimientos de este 31 de julio. El reclamo de una vecina logró alterar los ánimos.

De propios y extraños. Y también el de varios “comentaristas”, algunos más apresurados que otros, dispuestos a la diatriba y al ataque verbal sólo para observar si un “comentario” es publicado o no. Como costumbre ya, cualquier expresión dirigida al firmante de esta nota y responsable del medio, es publicada y queda registrada.
Cualquier lector de La Síntesis puede ingresar a la crónica que informa sobre lo sucedido en el acto de inauguración en el Taller Nuestras Manos de Saladillo Norte para tomar nota de lo que opinan tantos comentaristas, algunos de los cuales parecen no haber leído la crónica de referencia.
La situación planteada opacó la inauguración. Cualquiera puede saber el significado de la palabra “opacar” tanto como puede saber que ello no va en desmedro del esfuerzo conjunto ni del trabajo que se realiza en ese lugar desde hace ya bastante tiempo. Ni del entusiasmo ni del esfuerzo o las ganas.
El airado tono logró alterar los ánimos y ello influyó en el discurso del Jefe Comunal que se apartó, precisamente, del objeto de la convocatoria.
Y correspondía hacerlo porque hubiera sonado casi ridículo que Carlos Gorosito no hiciera mención, en el momento de expresarse, a un suceso que lo tuvo como protagonista principal durante varios minutos, en los que fue objeto de insultos y variados agravios, muy alejados del pedido desesperado de una madre.
De manera innecesaria, la escalada verbal de las dos personas que mostraron su descontento, llegó al insulto y la descalificación.
Y esa no es la forma. Esa no es la vía.
Mucho menos lo es colocar en medio de una disputa la palabra “discapacidad” en tono de agravio o ataque personal.
Llegado a ese punto de confrontación, muchas, casi todas las palabras pierden sentido y surgen como fruto del nerviosismo que produce un hecho inesperado quizás no en su origen pero sí en su desarrollo. No fueron muchas las ocasiones, a lo largo de la gestión del Intendente, en las que tuvo que soportar un ataque directo y a medio metro de distancia de su humanidad.
Difícilmente triunfe la ecuanimidad, la tranquilidad y el sentido común cuando las palabras suben de tono.
Sabrá Carlos Gorosito si este hecho pudo haberse evitado o anticipado. Ello no justifica la falta de respeto demostrada por personas que si bien pueden estar absolutamente desesperadas o sentirse maltratadas, pierden la compostura y tiran por la borda hasta las mejores razones de su protesta.
El agravio, el insulto, la falta de respeto y el aprovechamiento de una ocasión ajena, como lo era la inauguración de un Taller, no resolverán el gravísimo problema que pudieran atravesar.
El compromiso asumido por el Intendente, en un momento de desborde emocional, seguramente será cumplido y la comunidad hará su aporte como lo viene haciendo regularmente.
Pero el “apriete” deja paso a que alguien piense que esto sienta “jurisprudencia” y que es, en definitiva, una buena manera de resolver graves problemas.
Otro tema para no comentar apresuradamente y para tomar debida nota.
En principio, tomar nota de que quienes esperaban, con expectativas, el lanzamiento, afianzamiento y crecimiento de un proyecto barrial, se vieron sorprendidos por lo acontecido. Y justificadamente enojados.
Y tomar nota de que la impotencia o la desesperanza no justifican atropello alguno. Esas actitudes, muy por el contrario, generan rechazo y producen, vale reiterar, el efecto contrario al deseado.
Y eso fue lo que sucedió.

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