Editorial 22/07/2012
Hay distintas ocasiones en el año en las que se advierte de antemano que algo puede suceder. Y que ese “algo” puede ser desagradable. Están esas fechas marcadas en el calendario. Una de ellas es, sin dudas, el denominado “Día del Amigo” que ha servido y, por lo visto, sirve para enemistar definitivamente a muchos seres humanos capaces de golpearse, agraviarse o atacarse hasta llegar cerca de la delgada línea que separa la vida de la muerte.
En este mismo sitio tantas veces se expresó la posibilidad de una tragedia latente. Y lo peor fue que esa tragedia sucedió, más tarde o más temprano.
Muchos jóvenes han muerto en los últimos años. Por distintos motivos.
La violencia adopta distintas formas y muchas de ellas, son imperceptibles.
Lo sucedido en la noche del viernes y la madrugada del sábado tuvo que ver con excesos.
Hubo varios heridos, varias “peleas”, muchos golpes. De puño y con elementos contundentes. Demasiado alcohol. Y casi una decena de personas que debieron ser trasladados al Hospital. Con lesiones de distinta consideración o alcoholizados.
Lo sucedido en el Club Social amerita varias preguntas. Sobre la capacidad del lugar. Sobre las salidas de emergencia. Sobre el consumo de alcohol. Sobre la pertinente habilitación del lugar como “Disco”. Sobre la cantidad de tarjetas o entradas o invitaciones entregadas, sensiblemente superior a la capacidad física de ese sitio.
Y no se trata de repartir culpas a diestra y siniestra.
Para eso están los “comentaristas” exigentes con sus acusaciones, siempre desde el anonimato, lo que vuelve absurdos cualquier concepto o fundamento esgrimidos.
Los incapaces de realizar denuncias donde hay que hacerlas.
Más allá de expresar una opinión que, como tal, puede ser discordante con otras, vale reiterar que las denuncias son válidas cuando intervienen en ellas quienes deben hacerlo. La Justicia y la Policía.
Pero, además, las autoridades correspondientes pueden “actuar de oficio” cuando hay una persona identificada que, por la vía que sea, la escrita inclusive, realiza esa denuncia. Y están obligados a llevar adelante una investigación.
Y no estuvo todo bien en el Club Social, como algunos expresan. Hubo personas alcoholizadas. Hubo personas sofocadas que debieron salir por las ventanas. Hubo apretujamientos variados. Hubo menores y mayores. Hubo descontrol.
Claro que no fue el único lugar. Hubo otros varios.
Y, en muchos casos, los efectivos policiales se vieron superados en número como para intervenir sin sufrir un ataque como los que han sufrido últimamente, por ejemplo, inspectores de tránsito.
No intervienen.
Y no lo hacen cuando debieran hacerlo.
En los últimos 10 días hubo varias golpizas.
Y hay quienes pretenden que se informe detalladamente sobre cada una de ellas, con nombres y apellidos.
Si no hay información policial al respecto nada se puede informar concretamente. Se puede hacer una referencia y nada más.
Los hechos preocupan a la máxima autoridad política de la ciudad. El intendente Carlos Gorosito está preocupado por el desborde o el desmadre de sucesos que se vienen produciendo pero que aún no costaron ninguna vida.
Lo preocupan las “marchas” por la inseguridad.
Y hace bien en preocuparse pero ello no alcanza.
No alcanzará tampoco su idea de crear una Secretaría de Seguridad o crear un Cuerpo de Nocturnidad.
Un Concejal, seguramente con buenas razones, rechazó su oferta para hacerse cargo de la Seguridad en nuestro distrito. ¿Qué podría solucionar ese cargo?
Sería sólo estirar la cadena de responsabilidades y el reparto de culpas. Sería crear un nuevo fusible.
En la madrugada del último sábado podría haber muerto una persona de cualquier sexo en Saladillo.
La fortuna jugó a favor.
Y la estadística no la marca el Hospital Posadas.
Hay muchos jóvenes que son trasladados casi desvanecidos a sus domicilios y, allí, son depositados en sus camas.
Después los llaman para enterarse si despertaron o aún no.
Entonces, la pregunta, reiterada. ¿Habrá que esperar otra muerte?
¿Más desesperación ante un féretro?.
Sus amigos recordaron, este “Día del Amigo”, a ese amigo que no está. Recordaron a Ezequiel Savone. Ezequiel murió el 18 de marzo pasado y luego de ese trágico suceso fueron muchas las voces que se alzaron.
Fueron muchas las lágrimas.
Fue mucho el dolor que sigue siendo.
Hoy, Ezequiel, sigue preguntándole a todos, qué están haciendo. Qué están esperando.
Ezequiel, como símbolo y representante de muchos otros, los interpela a todos. Pero no sólo a los jóvenes.
A todos. A los fiscales y Jueces, a la Policía. A la clase política en su conjunto. A la sociedad. A la comunidad.
¿Hasta cuándo van a seguir culpándose entre sí?
¿Hasta cuando van a seguir esperando otra muerte?
Y Ezequiel obliga, debe obligar a hacer algo.
A sus amigos, a todos…
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